Transformers es un concepto bastante sencillo desde su concepción en Japón durante 1984: robots que se transforman en vehículos terrestres y que luchan entre sí ¿La razón? Sencilla. Vender tantos juguetes como fuera posible. Pero el hecho de que se tratara de un claro producto mercadotécnico para generar ganancias no significaba que los creativos se quedarían de brazos cruzados ante la posibilidad de generar historias dentro de un universo de posibilidades.

Tras la adquisición de la franquicia por parte de Hasbro a mediados de los 80’s, y su subsecuente cooperación con Marvel Comics para construir una narrativa coherente y cronológica dotada de personajes y bandos para motivar una mejor venta de los juguetes, Transformers experimentó un cálido recibimiento por parte del público, aún más cuando las líneas de productos se vieron acompañadas de una serie de televisión que profundizaba en la historia del universo; de pronto, personajes como Optimus Prime, Megatron, Starscream, Ratchet y muchos más comenzaron a ser del encanto de niños y niñas por todo el mundo, quienes seguían la feroz lucha entre Autobots y Decepticons, el bien y el mal encarnados, en su búsqueda por salvar su planeta natal, Cybertron, y a la Tierra que ha quedado en medio de su conflicto.

Años de series de televisión desde 1985 hasta la actualidad, la sensación de la película animada original que impactó a los niños en 1986, videojuegos, libros, cómics, productos varios y el rotundo éxito de una franquicia cinematográfica que constó de 5 películas dentro de una narrativa principal y que ahora atraviesa su primera reinvención con 2 películas recientes, las cuales, en conjunto, han recuperado billones de dólares debido a su gran valor como meras cintas de entretenimiento cargado de acción.

Si bien la taquilla habla maravillas de las cintas realizadas por Michael Bay, la crítica, y el pasar del tiempo, atestiguan cosas diferentes. No es secreto que estos filmes son vistos como carcasas mercadotécnicas completamente vacías, donde el valor de la experiencia de la película recae en un entretenimiento rápido repleto de explosiones, diálogos malos, chistes demasiado infantiles o con doble sentido, situaciones absurdas y una tendencia por alejar la atención de la cámara, y la historia, de los robots titulares y reemplazarlos por personajes humanos que poco, o nada, tienen que ofrecer al concepto que es Transformers como franquicia, razones por las cuales causó revuelo el anuncio de un nuevo filme animado – el primero en 38 años – que estaría enfocado únicamente en los robots como personajes centrales, explorando los orígenes de todo aquello que hace emblemática a la serie, pero como suele suceder con este tipo de productos, surge la pregunta: ¿para quién va dirigida esta película? ¿A los fans que siguen en esto tras tanto tiempo? ¿Para las nuevas generaciones en un intento por atraer nuevos seguidores? ¿O es solo un comercial para una nueva línea de juguetes dentro de la serie?

Así llega Transformers Uno. Dirigida por Josh Cooley (Intensamente, Toy Story 4) y protagonizada por Chris Hemsworth (Furiosa, Thor: Amor y Trueno), Brian Tyree Henry (Godzilla x Kong: El Nuevo Imperio, Tren Bala), Scarlett Johansson (Asteroid City, Jojo Rabbit), Keegan-Michael Key (Wonka, Super Mario Bros. La Película), Steve Buscemi (Son Como Niños, Monsters University), Laurence Fishburne (John Wick 4, Megalópolis) y Jon Hamm (Top Gun: Maverick, Baby Driver).

En esta aventura seguimos la historia de Orion Pax (Chris Hemsworth) y D-16 (Brian Tyree Henry) antes de convertirse en los afamados e infames Optimus Prime y Megatron. Cuando Orion descubre una pista para encontrar la legendaria Matrix del Liderazgo y salvar a su planeta Cybertron de la esclavitud a manos de los Quintessons, reunirá a D-16, Elita-1 (Scarlett Johansson) y Bumblebee (Keegan-Michael Key) para realizar una cruzada que cambiará el destino de su mundo para siempre.

El primer acto de Transformers Uno resulta como una sección completamente engañosa, en donde la mayor parte de la audiencia adulta podría perder el interés dentro de la historia, a pesar de que son los más pequeños quienes encontrarán el enganche perfecto como para involucrarse en el viaje de los personajes.

En esta sección abunda un humor rápido y situacional que no siempre conecta de la mejor manera, dependiendo por completo en que se encuentre al tono de voz como el verdadero elemento divertido, delegando muy poco del chiste a los elementos animados desplegados en pantalla. Estas secciones, desgraciadamente, interfieren con la presentación inicial de los personajes, posicionándolos en un arquetipo específico que hace que el resto de la película pueda sentirse en extremo predecible y, en este punto, parcialmente pesada; sin embargo, esta situación, de manera contradictoria, es la mejor arma de la película.

Los actos dos y tres se despliegan con un tono que contrasta de manera gigantesca ante la primera parte, aprovechando cada instante para desarrollar una serie de temáticas y problemáticas que van más allá del clásico viaje del héroe para involucrarse en una versión sencilla del aspecto político que caracteriza al conflicto de los Autobots y Decepticons a través de todas sus versiones, y este elemento se cataliza a la perfección en sus dos protagonistas.

La relación entre Orion Pax y D-16 es, por mucho, el mejor elemento dentro de la historia. Aquel primer acto aprovecha todo su tiempo y velocidad para establecer el vínculo entre ambos, la hermandad, con el humor, inteligentemente disfrazado con la molestia y la ingenuidad de un elemento caricaturizado, actuando como una máscara de los verdaderos conflictos que hay entre sus personalidades, siendo superados únicamente por el hecho de que ambos se encuentran al mismo nivel de oportunidades y sueños.

Cuando la película avanza y las oportunidades y retos evolucionan a los personajes a su propio ritmo y en su contexto único, es cuando podemos comenzar a ver a los verdaderos personajes como son, expresando su ideología y personalidad de la mejor manera posible, pasando de un vago reflejo del personaje amado por los fans a rápidamente adquirir el suficiente carácter como para ser reconocido inmediatamente, y esto, de manera perfecta, se le atribuye al ritmo que maneja la propia historia y su edición.

Podría ser evidente que existe una versión más larga de la película, o al menos que lo hizo en sus facetas de guion, pues hay escenas, temas, personajes y situaciones que claramente daban para una mayor construcción temática y emocional, sintiéndose como recortadas ante la rápida resolución y exposición de ciertos conceptos, ideales, transformaciones y ambiciones. Esto no afecta a los personajes principales, cuya dinámica fue construida a la perfección dentro de esos eventos; sin embargo, son los personajes secundarios y antagónicos los que sufren de las repercusiones de un guion recortado por tiempo.

El elemento antagónico, de hecho, es algo que sufre demasiado en la película al no contar con mucho tiempo para exponerlo de la mejor manera posible, reduciéndolo, aunque de manera efectiva, a una serie de exposiciones y subtramas que encuentran resolución casi tan pronto como son introducidas, aunque existen subtramas que, desgraciadamente, son abandonadas en lo que pareciera ser un intento por demostrar que la franquicia ha llegado para quedarse en el mundo animado. Se aprecia que estos elementos no interfieren en la resolución final de la película, por lo que no se siente como un comercial para una franquicia mayor.

Estas características del segundo y tercer acto realmente atribuyen un valor extra a la experiencia cinematográfica, pues los pequeños podrán disfrutar de la acción derivada del conflicto de ideales, mientras que los adultos, entre ellos fans, podrán ver reflejado el conflicto entre facciones y la familiaridad de los temas con el pasado de la franquicia y con elementos tan humanos como la venganza, la unidad y la esperanza.

La acción es por bastante entretenida. Transformers Uno aprovecha su animación y el concepto de los Transformers para jugar con las dinámicas de batalla a lo largo de sets elaborados. Es claro que las series de televisión ya cuentan con una imaginación y práctica mucho más grandes en esta área, pues la película no se atreve a llegar al extremo con el uso de las articulaciones, físicas y lógicas fantásticas de la franquicia con tal de entregar algo mucho más seguro; sin embargo, la película aprovecha la habilidad cinematográfica en calidad de fondos, dinámica de ambiente, escenarios, fluidez y ángulo, lo cual se aprecia como una experimentación que podría ser explotada de manera brillante en el futuro.



Los últimos minutos de la película son realmente intensos, aportando un recordatorio del por qué esta franquicia ha sobrevivido tanto tiempo en el imaginario popular, y estableciendo a los personajes como dignos del legado de su propia franquicia.

Si hablamos de elementos negativos, por desgracia, aquí destacan las interpretaciones vocales tanto en inglés como en español.

En inglés, tanto Chris Hemsworth como Scarlett Johansson no aportan mucho a su nivel de interpretación, pues sus personajes quedan parcialmente unidimensionales en lo que es la primera y segunda parte de la película. Hemsworth es quien sufre más sobre esto, pues el primer acto recuerda mucho a su interpretación como Thor, sin que esta sume o aproveche el elemento de animación o un trabajo actoral para construir al personaje por sí solo. Existe una evolución emocional del personaje hacia el final, y se nota un gran cambio; sin embargo, estos últimos cambios cometen el error de querer emular la obra de la voz original de Optimus Prime, Peter Cullen, dejándolo más como el sonido de un buen imitador.

En contraste, la voz de Brian Tyree Henry es una que destaca por el gran trabajo realizado, pues inicia como una antítesis del concepto popular de Megatron, solo para ir evolucionando su interpretación a la par de la evolución del personaje, finalizando con la suficiente fuerza como para ser identificado como el personaje que tanto es amado por los fans.

En español, por su parte, la llegada de star-talents para la voz de Bumblebee y Megatron realmente afectan a la experiencia, pues se nota como el nivel de interpretación no está a la altura de los demás personajes. Se puede notar la falta de entonación, carácter, fuerza y emocionalidad, lo que termina por debilitar al acto final del filme.

Así, Transformers Uno resulta como una grata sorpresa dentro de una longeva franquicia. Se toma su tiempo y espacio para construir su propia identidad, aportando elementos tanto nuevos como reconocibles suficientes para atraer a nuevas generaciones y darles a los fans una nueva perspectiva sobre las historias que tanto aman.

Esta visión podría ser el mejor camino de la franquicia en el cine, pues la animación aporta toda una gama de posibilidades en donde la narrativa visual puede ser aprovechada a un nivel inimaginable, justo como lo hizo la franquicia del Spiderverse de Sony.

Transformers Uno es el escenario perfecto para que chicos y grandes compartan una pasión, el lugar donde fans viejos y nuevos puedan disfrutar de una divertida y emocionante aventura llena de sorpresas y curiosidades. Definitivamente se trata de una película que, pasado el primer acto, demuestra que es mucho más de lo que ves.

8/10

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