Si eres de las personas a las que les gusta escuchar pláticas ajenas o crear historias que no son del todo ciertas, podrías estar beneficiando tu salud sin saberlo. Al menos, eso es lo que comparte la Fundación de la (UNAM).

A través de las redes sociales de la máxima casa de estudios en el país, la UNAM compartió qué tiene de bueno el chisme.


¿Qué es echar chisme?

Primero hay que referir que, de acuerdo con la UNAM, chismear es comentar algo sobre una persona que no está presente, comentario que puede ser falso o verdadero.


¿Qué tiene de bueno el chisme?

La Fundación UNAM, a través de una infografía, señala que escuchar un chisme estimula nuestro cerebro al hacernos crear e imaginar historias.

Esta acción también libera neurotransmisores de placer como la dopamina, la betaendorfina y el cortisol.

Los neurotransmisores son sustancias que reducen el dolor y crean una sensación de bienestar.

Además, estudios sugieren que ser chismoso fortalece las relaciones sociales, aunque la recomendación es ser cuidadoso y no perjudicar a nadie.

Esta información que compartió la Fundación UNAM no precisa su fuente que sostenga dichos beneficios, por lo que generó algunos comentarios de los usuarios.

“Es muchísimo mejor hacer ejercicio y solamente socializar sin necesidad de hacer chismes, se logra estimular las mismas sustancias y de manera más sana”.


“Evite el exceso”, “Hay que estimular el cerebro”, “La ciencia nos respalda”, “Qué cobarde hablar de alguien a sus espaldas y no hablarle de frente y claro, que fácil opinar de alguien sin saber el trasfondo de las cosas”.

“Les faltó agregar: arruina la reputación de las personas de por vida, destroza cualquier tipo de relaciones interpersonales y contribuye a la cultura de odio que debemos erradicar”, fueron parte de los comentarios que hicieron los usuarios en X.

Sin embargo, María Angélica Galicia, investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, dio a conocer que el chisme ha existido desde que el ser humano vive en sociedad como ser animal político.



En el artículo “Aproximación antropológica al chisme”, publicado por Fernando Guzmán Aguilar en la revista UNAM Global, precisa que una de las intenciones del chisme, sea una noticia cierta o falsa que se “corre”, es difamar o dañar a alguien.

Desde la antropología, el chisme puede tener dos enfoques: el funcionalista y el enfoque simbólico interaccionista.

En el caso de funcionalista, se trata de una transacción para lograr un beneficio. Se lanza un chisme “para motivar la inclinación política o ideológica de la gente”.

Mientras que en el enfoque simbólico interaccionista, el chisme logra una interacción social “más cerrada”, más local, para impactar en el grupo social desde donde se difunde.

Para la académica, el chisme es un mensaje que rompe las reglas de la comunidad al transmitir información de un individuo que para la sociedad es prohibida, amoral.

“Todo lo prohibido es atractivo para la gente y, si se tiene la intención de difamar, es un buen chisme que garantiza público”, apuntó.


En la parte sensacionalista, el chisme llega a unir a una comunidad y a la vez logra su transformación ideológica. Un chisme no es chisme si no impacta en un grupo específico, si no tiene público.

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