una ciudad rica en historia y cultura, es hogar de numerosas leyendas que han sido transmitidas de generación en generación.

Entre estos misterios, las grutas y cavernas de este estado ocupan un lugar especial, pues han fascinado a locales y visitantes por igual. Aquí te presentamos algunas de las leyendas más sonadas de estas enigmáticas cuevas.

La Cueva del Diablo

Ubicada en el Cerro Colorado, al noreste de la ciudad de Tehuacán, Puebla, se encuentra una cueva envuelta en leyendas y misterios que han perdurado a lo largo del tiempo. Esta cueva, conocida por ser un lugar de rituales y de historias intrigantes, atrae a numerosos visitantes, especialmente los días 23 y 24 de junio, cuando se dice que se abre "La Puerta de San Juan”.

Otra leyenda que rodea a esta cueva es la creencia de que el Diablo habita en su interior. Algunos pobladores afirman que personas han entrado a la cueva con la intención de intercambiar su alma por favores, buscando riqueza, poder o amor. Esta creencia le da un aura de peligro y oscuridad al lugar, disuadiendo a muchos de adentrarse en sus profundidades.

Más allá de las historias de desapariciones y pactos demoníacos, la cueva del Cerro Colorado tiene una importancia histórica y cultural significativa. En tiempos prehispánicos, este lugar era sagrado y se utilizaba para realizar rituales en honor al dios de la muerte, Mictlantecuhtli.

Descubrimientos recientes han confirmado que la cueva fue un sitio de adoración, subrayando su relevancia en las prácticas religiosas de las antiguas civilizaciones que habitaban la región.

La Cueva del Tiempo de Teziutlán

La Cueva del Tiempo, una misteriosa gruta que alberga innumerables riquezas, está habitada por terribles criaturas. El nombre de Teziutlán, viene del náhuatl que significa "lugar junto al cerro lleno de granizo”.

La Perla de la Sierra, como también es conocido, se encuentra entre Veracruz y Puebla, razón que la convierten en uno de los destinos turísticos más importantes del estado.

La Cueva del Tiempo se sitúa en el cerro Ozuma, cuya altura es de 2400 metros sobre el nivel del mar, este misterioso sitio está rodeado de cuevas de distintos tamaños y profundidades. Aquí es donde comienza la historia de un hombre conocido como Silverio, quien vivió en el pueblo durante 1800 y la razón por la cual el cerro fue nombrado como la Cueva del Tiempo.

Esta historia aparece en el libro "Leyendas y Mitos de Puebla" de Salvador Momox Pérez y comienza así: Silverio vivía en Teziutlán en el año 1800. Era un joven muy talentoso y trabajador, pero no conseguía la oportunidad que necesitaba para salir adelante y triunfar en la vida debido a las dificultades económicas y sociales que se convertían en obstáculos.

Ante la desesperación, Silverio decidió encontrar la Cueva del Tiempo en el cerro Ozuma, pensando que ese sitio estaba lleno de oro y que así podría cambiar su destino. A pesar de que se creía que este lugar estaba lleno de riquezas, nadie se había atrevido a entrar allí antes, pues los pobladores sabían que era un lugar peligroso.

De acuerdo con Salvador Momox Pérez, a Silverio le advirtieron que no debía permanecer en la cueva antes del amanecer, pues podría quedar atrapado para siempre. Sin embargo, la desesperación y el deseo de cambiar su vida fueron más fuertes, y Silverio decidió aventurarse en la cueva.

Silverio comenzó a recorrer la cueva y, según la leyenda, el fuego de su antorcha reveló una serie de criaturas tenebrosas que se formaban en las paredes de la cueva. Aunque estas visiones eran aterradoras, no lo disuadieron de su objetivo.

Finalmente, encontró un tesoro lleno de oro y joyas. Después de reflexionar, decidió llevarse cuanto más pudiera sin que resultara una carga enorme, ya que tenía que transportar los objetos hasta su casa.

Ató con un lazo los objetos que se llevaría, pero el cansancio terminó por vencerlo y se quedó dormido. Al despertar, se dio cuenta de que estaba cubierto de polvo. Se limpió y se puso de pie para emprender su camino. Mientras caminaba, notó que las piernas y la espalda le dolían, pero finalmente llegó a la entrada de la cueva y logró ver el pueblo desde lejos. Lo que vio lo dejó sorprendido: el lugar estaba lleno de construcciones extrañas que no recordaba.

Al llegar al pueblo, Silverio notó que todo estaba muy cambiado. Al preguntar por su casa, la gente le dijo que sus padres habían muerto años atrás. Después de buscar a sus amigos, se dio cuenta de que habían pasado muchos años y que él había quedado atrapado en la cueva por no querer abandonar las riquezas que ocultaba.



Los pobladores dicen que la cueva existe realmente y es una de las muchas del cerro Ozuma, aunque nadie ha podido encontrarla. Esta leyenda sigue viva en la memoria de Teziutlán, recordando a todos que, a veces, el afán por la riqueza puede llevar a consecuencias insospechadas y que el tiempo, muchas veces, juega en contra de quienes buscan atajos para alcanzar sus sueños.

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