A unos días de que concluya el 2022, muchas personas se preparan para recibir el Año Nuevo siguiendo ciertas tradiciones que se han convertido en rituales.
Hacen estas prácticas con la creencia de que al hacerlas, les ayudará a tener mejor suerte, gozarán de salud, tendrán mucho dinero y nunca les faltará el amor.
Estos rituales suelen hacerlos durante la noche vieja, minutos antes de que entre el año nuevo, que en este caso será el 2023.
Algunos de los rituales que más se conocen para el cierre de año son:
-Usar ropa de determinado color si se desea recibir amor.
-Caminar con maletas de viaje, para poder pasearse todo el año.
-Usar zapatos nuevos para recibir buenas noticias en el año.
-Colocar un billete o una moneda en el zapato, para que siempre reciba ingresos.
-Quemar la ropa vieja, para que se vaya todo lo malo o las enfermedades.
-Escribir una carta con los mejores deseos.
-Tener puertas y ventanas abiertas durante toda la nochevieja, para iniciar el año sin problemas y tener suerte los próximos 365 días.
-Dar tres saltos con una copa de Champán en la mano para tener abundancia todo el año.
-Comer 12 uvas según las 12 campanadas para la suerte.
-Usar ropa amarilla para recibir el año lleno de riquezas.
-Colocar un anillo en la copa de Champán para atraer el dinero.
-Cenar lentejas durante el último día del año o en los primeros minutos del nuevo año para asegurar prosperidad económica.
De acuerdo con el portal Catholic.net, dedicado a la publicación de artículos religiosos, existe un riesgo al realizar estas prácticas.
El principal, señaló, es que la gente se olvide de que "Dios es quien dispone de la vida de cada uno".
Consideró que al realizar los rituales, se les otorga un cierto poder mágico a los elementos que en la realidad no tienen.
Además, señaló que la superstición es un pecado contra el primer mandamiento porque atribuye a cosas creadas (uvas, calzones rojos, maletas) poderes que sólo le pertenecen a Dios.
Otra de las supersticiones populares que también rechaza la iglesia, tanto católica como cristiana, es el hecho de otorgar números de mala suerte como el 13 y afortunados como el 11:11.
Lo mismo el tocar madera para que no te ocurra lo malo que a otras personas les pasó, así como evitar cruzarse con un gato negro o pasar por debajo de unas escaleras.
Argumentó que al final todo tiene un origen y explicación mercadológica y se le atribuyen propiedades mágicas para provocar que la gente lo siga repitiendo, como el consumir 12 uvas para recibir el Año Nuevo.
Al respecto, cuenta una de las historias que las uvas comenzaron a rodearse de un extraño misticismo cuando en los viñedos de alicantino, en la primera década del siglo XX, se produjo un excedente en la producción de este fruto.
La industria vinícola necesitó impulsar mitos que sostuvieran su economía, por lo que se propagó el consumo de 12 uvas, cada una por mes, para recibir el Año Nuevo.
Esta tradición llegó a México con los conquistadores españoles y se mantiene viva año con año.