La Gran Pirámide de Cholula, uno de los tesoros arqueológicos más importantes de nuestro estado, esconde una historia de descubrimiento tan fascinante como sus propias leyendas.

Contrario a lo que muchos podrían pensar, el descubrimiento de esta colosal estructura no se atribuye a un arqueólogo, sino a una figura histórica de la Iglesia Católica.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en noviembre de 1519, cuando Hernán Cortés y su ejército entraron en Cholollan, lo que es hoy la zona arqueológica abierta al público era un lugar abandonado y destruido desde ocho siglos atrás.



La ruina total del conjunto le daba la apariencia que hasta hoy presenta, la de un pequeño cerro lleno de árboles, tierra y maleza.

Sin embargo, la primera mención de esta impresionante estructura no provino de un arqueólogo, sino del padre fray Toribio de Benavente, apodado “Motolinía”, quien descubrió que se trataba de los restos de un antiguo teocalli y, como tal, lo describió en su Historia de los indios.

Motolinía "el pobre", nació en la ciudad de Zamora, España y fue uno de los cuatro fundadores de la ciudad de Puebla.

Formó parte de la primera expedición con los doce franciscanos que llegaron a Nueva España en 1524. Fue un destacado defensor de los pueblos indígenas, y mostró gran interés por la cultura azteca.

Luego de la Conquista de México y con el comienzo de la evangelización en la Nueva España, la orden franciscana arribó a la zona del actual San Pedro Cholula para su actividad misional.

El manuscrito de Fray Toribio de Benavente "Motolinía" consigna los hechos de esta manera:

“En lo alto estaba un teocalli viejo, pequeño, y desbastáronlo pusieron en su lugar una cruz alta, la cual quebró un rayo y tornando a poner otra, y otra, también las quebró, y la tercera, yo fui presente que fue el año pasado de 1535, por lo cual descopetaron y cavaron mucho de lo alto, donde hallaron muchos ídolos e idolatrías ofrecidas al demonio, y por ello, yo confundía a los indios diciendo que por los pecados en aquel lugar cometidos no quería Dios que allí estuviese su cruz. Después pusieron allí una gran campana bendita y no han venido más tempestades, ni rayos después que la pusieron” (Historia de Indios México, 1941:75).


Años más tarde, luego de que el templo fuera descubierto por Motolinía en 1594 decidieron construir una humilde ermita, dedicada a la Virgen de los Remedios.



La Escuela Nacional de Antropología e Historia, afirma que la Virgen de los Remedios fue la primera imagen religiosa venerada en la Nueva España, desde el momento de la Conquista de México-Tenochtitlan, por ello, es nombrada la patrona de las lluvias, defensora de los españoles, abogada de los indios, y conquistadora de México.

No obstante, en 1864, un devastador terremoto, destruyó casi por completo esta ermita, lo que llevó a su reconstrucción. Fue hasta 1874, que el templo fue bendecido en una ceremonia especial en la que estuvo presente el entonces gobernador de Puebla, don Ignacio Romero Vargas.

Sobre este templo prehispánico y su importancia histórica se interesaron algunos famosos estudiosos como Alexander von Humbolt, el capitán Guillermo Dupaix y otros más.

Se realizaron algunas exploraciones por parte de arqueólogos como Leopoldo Batres, Manuel Gamio y Enrique Juan Palacios, pero los trabajos iniciaron formalmente en 1931 bajo la dirección del arquitecto Ignacio Marquina.

Su sistema de exploración a base de túneles permitió conocer sobre la historia de esta ciudad milenaria. El espacio que actualmente ocupa la zona arqueológica de Cholula es tan sólo una pequeña parte de lo que fue la importante ciudad prehispánica, que llegó a rivalizar con Teotihuacán, El Tajín, Monte Albán, Xochicalco y muchas otras.

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