José Pablo Moncayo García fue uno de los músicos más importantes de México, reconocido como representante de la corriente nacional nacionalista del siglo XX, cuyo eje de inspiración fue la naturaleza, misma que fue plasmada en sus obras.
Nació en Guadalajara, Jalisco el 29 junio de 1912 y murió el 16 de junio de 1958 en la Ciudad de México.
Moncayo fue un montañista aficionado que frecuentemente escalaba el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl, y el Pico de Orizaba, y en sus obras describía estos paisajes mexicanos.
Dejó un legado musical muy amplio e importante, al contar en su repertorio música sinfónica, música para piano y ensamble de cámara y fue reconocido como un gran director que dejó un ejemplo maravilloso de cómo se orquestaba en la estética de la primera mitad del siglo XX.
La obra de Moncayo que más brilla es Huapango, la cual realizó a la edad de 29 años.
La Orquesta Sinfónica de México la interpretó por primera vez el 15 de agosto de 1941 en el Palacio de Bellas Artes y desde entonces no ha parado de tocarse por orquestas de México y del mundo.
En esta popular pieza sinfónica figuran tres huapangos procedentes del puerto de Alvarado, en Veracruz: Ziqui Ziri, Balaju y El Gavilán.
Por qué se hizo viral el apellido de Moncayo
Durante la celebración de la ceremonia del Grito de Independencia, el presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR), Jenaro Villamil, confundió en una pubicación de Twitterel Huapango de Moncayo con “huapango de Montoya”.
En el marco del desfile cívico militar de este 16 de septiembre, el presidente del SPR escribió en redes sociales que el evento había iniciado formalmente con el “huapango de Montoya”, como música del fondo.
Ante la confusión de Villamil, usuarios de redes sociales le mostraron el error, por lo que borró su mensaje.
“El huapango de Montoya, ¿será igual de bueno que el de Moncayo?”, escribió el periodista Sergio Sarmiento.
“Qué tipo más bruto. Sí, tú Villamil”, le escribió Javier Lozano, exsecretario del Trabajo con Felipe Calderón y aspirante al Gobierno de Puebla.
“Abrazos, no tuitazos”, respondió Villamil.