Durante varios años, los túneles subterráneos de Puebla han sido un tema de fascinación y misterio.
En 2014, gracias a la renovación de las tuberías de la ciudad, se encontraron los primeros túneles que conectaban con la ciudad, convirtiendo el mito en una realidad.
Este descubrimiento desencadenó el interés de historiadores y antropólogos que comenzaron a buscar el uso y el origen de su creación.
De acuerdo con la página del Gobierno municipal de Puebla, el Pasaje Histórico 5 de Mayo es un túnel con una distancia de 477 metros, tiene una antigüedad aproximada de tres siglos y medio, ya que se estima que podría datar de la segunda mitad del siglo XVII.
Este túnel está conectado desde el Barrio de Xanenetla hasta las inmediaciones del Fuerte de Loreto y Guadalupe, pero se cree que este túnel solo podría ser una fracción de una red subterránea más extensa de entre 10 y 12 kilómetros, según un plano hipotético del historiador y periodista Enrique Cordero (1965).
Sin embargo, varios historiadores poblanos aseguran que esconden algo más.
La leyenda sostiene que fueron construidos para fines de seguridad, pues se decía que conectaban edificios importantes de la ciudad, como monasterios, iglesias y casas señoriales, proporcionando un medio secreto de comunicación y escape en tiempos de conflicto.
Lo que agrega un toque aún más intrigante a esta leyenda es la creencia de que estos túneles secretos albergaban tesoros ocultos, pues a lo largo de los años, existen varios relatos que mencionan riquezas enterradas o escondidas en estos pasadizos, por parte de aquellos que los construyeron o por otros habitantes de la época colonial.
Además, estos historiadores aseguran que en épocas revolucionarias sirvieron como escondites. Incluso creen que Porfirio Díaz cruzó por las bóvedas de la ciudad, al igual que por Benito Juárez.
¿Pero cuál es la verdad?
Si bien hasta la fecha se desconoce el motivo de su construcción, algunos expertos sugieren que los túneles podrían haber sido una táctica defensiva durante la Batalla del 5 de Mayo en 1862, cuando la ciudad de Puebla estaba bajo ocupación.
Se cree que moverse rápidamente por estos túneles sin ser vistos podría haber sido una forma efectiva de vencer al enemigo.
El descubrimiento de balas y ballestas de madera durante la exploración de los túneles refuerza la idea de que estos espacios fueron utilizados con propósitos militares y estratégicos.