En Yemen en una zona cercana a la frontera con Omán, existe un cráter situado en el desierto de la provincia de Al-Mahra, conocido como el ‘Pozo del infierno’, el cual tiene tiene 30 metros de ancho y se estima que una profundidad de entre entre 100 y 250 metros.
La gente de la región refiere que se creó como prisión de los demonios, una superstición reforzada por los olores nauseabundos que emanan de sus profundidades.
Los responsables yemeníes afirman, por su parte, desconocer lo que se encuentra abajo, pues no han alcanzado el fondo.
“Es muy profundo. Nunca hemos alcanzado el fondo de este pozo, puesto que hay poco oxígeno y ninguna ventilación”, aseguró Salah Babhair, director general de la autoridad local a cargo del estudio geológico y de recursos minerales.
Y agregó lo siguiente: “Fuimos a visitar la zona y entramos en el pozo. Llegamos a una profundidad de más de 50-60 metros y notamos cosas extrañas en el interior”, relata Babhair.“También olimos un aroma raro.. Es muy misterioso”
Desde el borde no se puede ver mucho, pues la luz del sol casi no penetra.
Sólo se pueden observar aves que entran y salen de este lugar.
Las supersticiones de la gente local, señalan que los objetos cercanos al agujero son succionados por él.
El pozo tiene “millones y millones” de años. Babhair señala que: “Estos lugares requieren más estudios e investigaciones”.
A lo largo de los siglos han circulado historias sobre los “djins”, espíritus a menudo malignos que vivirían en el pozo, o el hecho de que el pozo constituye una amenaza para la vida en la tierra.
Por temor a la maldición, muchos habitantes de la región dudan en acercarse al cráter e, incluso, evitan hablar de él.
La puerta del Infierno, el otro acceso al averno
En 1971, la entonces Unión Soviética buscaba prevenir una posible crisis petrolera y para ello creó un grupo de trabajo formado por expertos que se encargaran de encontrar grandes depósitos de este hidrocarburo.
Este grupo recorrió el vasto territorio soviético con el objetivo en encontrar grandes yacimientos de petróleo.
En una de esas expediciones, el grupo de geólogos decidió recorrer el desierto de Karakum, ubicado en lo que actualmente es Turkmenistán.
Allí, en mitad de la nada, decidieron investigar el terreno, donde eligieron con base en unos estudios previos unas zonas determinadas en las que llevaron a cabo una serie de explosiones programadas.
Sin embargo, el grupo de expertos no calculó las consecuencias que podían tener y que, actualmente, continúan activas.
Y es que cuando dinamitaron uno de estos sitios había cuevas naturales, que tenían un pequeño acceso a lo que parecía un depósito de gas natural.
El equipo de geólogos no supo calcular las consecuencias que podía tener: cuando detonaron los explosivos, toda la estructura se vino abajo y la propia naturaleza del terreno no solo provocó que se desmoronara, sino que dio lugar a que se hundiera sobre sí mismo, llevándose consigo los equipos de perforación.
El brutal incidente no provocó víctimas mortales, pero un temor pronto comenzó a crecer: la explosión había generado un enorme agujero de más de 60 metros de diámetro y, aproximadamente, unos 30 metros de profundidad.
Teniendo en cuenta que las cuevas naturales que previamente se encontraban allí daban acceso al depósito de gas, el miedo de los expertos pronto era real.
Por ello, el equipo tomó una decisión: temiendo que el cráter ocasionara el escape de varios gases naturales peligrosos, decidió prenderle fuego, calculando que se apagaría en cuestión de días, cuando el combustible se agotara.
Sin embargo, medio siglo después de aquello, el conocido como Pozo de Darvaza continúa encendido, con temperaturas cercanas a los 400 grados centígrados, mientras los intentos por apagarlo han sido en vano.
¿Cuándo se apagará la ‘Puerta del infierno’?
Los científicos consideran que en algún momento la 'Puerta del Infierno' se apagará, sin embargo, desconocen cuándo ocurrirá.
Aquella explosión fue mucho más profunda de lo inicialmente esperado, dando lugar a la filtración de magma, que complica aún más la posibilidad de que se apague.
Los geólogos señalan que el fuego solo llegará a su fin en el momento que sea capaz de consumir todo el depósito de gas contenido en el yacimiento.
El pozo de Jacob
El Pozo de Jacob es un conocido manantial ubicado en el lecho del río Cypress Creek a su paso por Wimberley, en Texas, Estados Unidos, cuyas aguas cristalinas y su complejo y arriesgado sistema de cuevas y acuíferos subacuáticos con los que conecta atraen desde hace años a muchos turistas, bañistas y buceadores.
Gracias a estas conexiones con aguas subterráneas, del pozo mana agua limpia y pura todos los días desde hace miles de años, lo que también atrae el interés de científicos y artistas.
Sin embargo, dentro de sus túneles han muerto al menos ocho buceadores, siete hombres y una mujer, que se aventuraron a explorarlo más de la cuenta.
Esta cueva submarina, se ha convertido en una de las más peligrosas del planeta, lo que, sin embargo, supone una atracción para los amantes del riesgo y los deportes extremos.
El Pozo de Jacob presenta una apertura en su boca de cuatro metros de diámetro y diez metros de profundidad. A medida que te adentras en sus entrañas verticales, el pozo se divide en cuatro cuevas separadas, que llegan a alcanzar una profundidad de unos cuarenta metros.
Socavones de Siberia
A partir del año 2013, al menos 17 grandes socavones se formaron en Siberia, Rusia, en las penínsulas de Yamal y Guidán.
Los resultados demostraron que los socavones se formaron debido a explosiones de gas natural. La investigación fue publicada en la revista Remote Sensing.
Los científicos establecieron en su investigación, que la aparición de embudos fue precedida por la formación de montículos de entre 2 y 5 metros de altura. Probablemente, a partir de la acumulación de gas natural bajo una capa de suelos permanentemente helados.
A medida que aumentaba la presión, las colinas acababan explotando y dejando enormes socavones.
Para realizar la investigación, analizaron las imágenes satelitales de la zona. Las fotos de alta definición fueron sacadas en diferentes momentos, lo que permitió crear modelos digitales del relieve.
El último caso de la aparición de un embudo de gas se produjo el 28 Junio de 2017 en la península de Yamal. La explosión de gas, que fue observado por los residentes locales, formó en el suelo un embudo con la profundidad de una casa de nueve pisos.
El Socavón de Puebla
Fue el 29 de mayo cuando se registró un hundimiento de tierra de forma circular y de 60 metros de diámetro en Santa María Zacatepec, perteneciente al municipio de Juan C. Bonilla en Puebla.
Al día de hoy, el socavón ya abarca 126 metros de diámetro y 45 metros de profundidad, al tiempo que no se percibe que pueda dejar de crecer.
De acuerdo con científicos del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), su origen tiene relación con la presencia de flujos de agua subterránea.
Sin embargo, José Nicolás Tepale, integrante de Pueblos Unidos, insiste en que no se trata de una fractura geológica, sino tiene que ver con el registro de 150 empresas que extraen el agua y derriban árboles desde hace 60 años donde antes había una laguna que los pobladores usaban para alimento de los hombres, de sus plantas y animales.