Los jeans, también conocidos como pantalones vaqueros, es una de las prendas de vestir con mayor penetración en todos los países del mundo, aunque en unos pocos lugares del mundo su uso es restringido.

Según el Global Denim Project, que analizó la historia, alcance, economía y consecuencias de la dominación mundial de la mezclilla, la mayoría de la población mundial tiene puesto al menos un artículo de esa tela cualquier día de cualquier año.

Los historiadores aún debaten sobre su lugar de nacimiento, pero una de las opiniones más mentadas es que fue Nimes, Francia.

Los tejedores de Nimes estaban intentando replicar de un tejido de algodón resistente conocido como 'jean fustian', una tela medieval robusta de algodón y lino hecha en Génova, que se escribía Gene o Genes y, a mediados del siglo XVI en Francia, Jean.

Aunque fallaron, se dieron cuenta de que habían desarrollado un tejido único y resistente como ningún otro.

Era una sarga de algodón trenzado que fabricaban pasando la trama por debajo de los hilos de la urdimbre, los que se colocan en el telar paralelamente para formar una tela.

Para su fabricación usaban índigo, uno de los tintes más antiguos, para teñir de azul los hilos de la urdimbre, pero dejaban los hilos de la trama con su color blanco natural.

El proceso le daba a la tela un color azul único en un lado y blanco en el otro.

Lo llamaron Serge de Nîmes o sarga de Nimes en español. Lo clave, en este caso, es que en el siglo XVII entró en inglés como "sarga denim".

Así que algo similar a la mezclilla había existido por un tiempo, teñida con el añil de las plantaciones en India.

Pero los jeans tal y como los conocemos llegaron un poco más tarde, con la reunión de un latvio, Jākobs Jufess, y un alemán, Löb Strauß.

Como muchos de los nuevos inmigrantes a Estados Unidos en el siglo XIX, cambiaron sus nombres a su llegada: Jacob Davis y Levi Strauss.

En la década de 1870 al sastre Davis le encargaron que hiciera un par de pantalones de trabajo muy resistentes.

Tuvo la corazonada de que si tomaba un pedazo de pequeño remache de metal y lo ponía en los puntos de tensión de un par de pantalones, justo alrededor del área del bolsillo, podría crear un par de pantalones muy duraderos.

Los pantalones fueron tan bien recibidos que comenzó a correr la voz y recibió tantas solicitudes que decidió escribirle a su proveedor de telas, Levi Strauss en San Francisco y preguntarle si estaba interesado en obtener una patente.

Strauss aprovechó la oportunidad, invitó a Jacob Davis a mudarse a San Francisco, y juntos manufacturaron los primeros jeans del mundo.

Originalmente ofrecieron dos variedades: de loneta marrón y de mezclilla azul.

Pero mientras que los blue jeans se vendieron como pan caliente, pocos querían los otros.

Según la historiadora Lynn Downey en "Una corta historia de la mezclilla", la razón probablemente era que "apenas alguien usaba un par de pantalones de mezclilla, experimentaba (...) cómo se volvía más cómoda con cada lavado, no quería los de loneta, porque con esos siempre te sientes como si tuvieras puesta una tienda de campaña".

La mezclilla original era teñida con tinte de la planta Indigofera tinctoria.

A diferencia de la mayoría de los tintes naturales que, en altas temperaturas, penetran las fibras de la tela directamente, el índigo se adhiere sólo al exterior de los hilos.

Al lavar la áspera mezclilla, algunas de estas moléculas de tinte se eliminan, llevándose cantidades minúsculas de los hilos con ellas, pero como el material es tan fuerte que perder algunas fibras no lo arruina, y de hecho lo mejora, pues entre más se lava, más suave queda.

Para los trabajadores, fue ideal una prenda lo suficientemente resistente para soportar arduas labores que se volvían más cómodos pero no delicados.

Esa cualidad de adaptarse al cuerpo de cada persona, convirtiéndose en una segunda piel que se desgasta con el paso de la vida, los hizo omnipresentes.

Con información de

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