En torno al encuentro que disputarán las selecciones de México y Honduras, se ha hablado sobre la altura del estadio Nemesio Diez y su efecto a favor de los mexicanos, lo que lleva a cuestionar por qué se plantea ese argumento.
En principio, hay que señalar que México y Honduras tienen diferentes condiciones tanto geográficas como climáticas y, en consecuencia, los organismos de sus habitantes responden a esas particularidades.
Además, durante los desplazamientos de un país a otro, se requiere un periodo de adaptación al clima.
En general, se estima que la preparación física de los jugadores mexicanos les permita tener un mejor desempeño en la cancha. Los mexicanos están, por así decirlo, adaptados a las condiciones del Nemesio Diez, y se espera que los hondureños enfrenten, en el corto plazo, las consecuencias de jugar a una altura mayor.
Sin embargo, con el marcador a favor al momento, se prevé que Honduras salga a encerrarse para evitar, hasta donde les sea posible, el desgaste físico y apueste al contragolpe.
Por su parte, el seleccionado nacional estará obligado a salir desde el primer minuto en busca de un gol inicial que obligue a Honduras a abrirse y, como consecuencia, brindar un verdadero encuentro en lugar de especular con el marcador.
Otro elemento del que poco se ha hablado es el peso de la afición mexiquense en una cancha donde la afamada “perra brava” sin duda se hará presente para devolverles a los hondureños el clima adverso con el que su afición arropó a la selección mexicana en territorio hondureño.
En consecuencia, más allá del clima y la altura, la selección mexicana contará con el respaldo evidente de la afición que se dará cita en el Nemesio Diez, a la espera de que logren remontar el marcador.