La ansiedad es una respuesta normal de nuestro organismo cuando percibimos peligro o miedo. En niveles moderados, te ayuda a prepararte para reaccionar y actuar. Sin embargo, si la ansiedad se vuelve excesiva, puede llegar a paralizarte, causar un gran malestar e interferir significativamente con tu vida diaria. Este tipo de episodios pueden variar en su intensidad pero siempre es recomendable saber qué hacer ante un caso de estos. Si quieres saber más, no te pierdas esta nota de El Universal Puebla.
La Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama) reportó que datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) revelan que en México, el 19.3% de la población adulta experimenta síntomas severos de ansiedad, mientras que más del 30% presenta síntomas leves o moderados. El trastorno de ansiedad surge debido a una alteración en los neurotransmisores que regulan las emociones y la respuesta al estrés, lo que provoca que se manifieste frente a la exposición continua a preocupaciones o miedos excesivos.
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Si sientes que estás a punto de tener un ataque de ansiedad, tómate un momento para enfocar tu atención en el presente. Aunque pueda ser difícil, es crucial intentar generar una sensación de calma. Si estás en casa, puedes observar tu entorno, contemplar una planta o un cuadro, caminar un poco y fijarte detenidamente en lo que te rodea. Este enfoque te ayudará a regresar al momento presente y a sentirte un poco más tranquilo.
Si experimentas ansiedad, hay varias estrategias que puedes considerar para manejarla de manera efectiva:
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Los síntomas del trastorno de ansiedad incluyen taquicardia, mareos, adormecimiento de las manos, tensión muscular, sudoración, opresión en el pecho, cambios en la temperatura del cuerpo, así como problemas para dormir y respirar.
Cuando el trastorno comienza, los síntomas suelen ser leves o moderados, pero pueden intensificarse y volverse severos. Esto puede llevar a una disminución de la calidad de vida, el desarrollo de otros trastornos de salud mental, un mayor riesgo de consumo de sustancias psicoactivas, autolesiones y pensamientos suicidas, e incluso puede resultar incapacitante.
Además del tratamiento farmacológico y la atención psicológica, es posible controlar una crisis de ansiedad mediante ejercicios de respiración, técnicas de tensión y distensión muscular, o actividad física. Estas estrategias ayudan a desviar la atención de los síntomas o pensamientos que están causando la crisis y a reducir los síntomas asociados.