Desde la antigüedad, el ser humano ha tratado de dar una explicación a los diversos fenómenos que ocurren a su alrededor. De igual forma, cada historia ha pasado de generación en generación con el fin de preservar la memoria histórica y los acontecimientos más importantes.
Las leyendas y mitos son los primeros subgéneros que utilizaron la mayoría de los pueblos para testificar cualquier acontecimiento o suceso que no podía ser explicado.
Es por eso que las leyendas son de gran valor porque forman parte de la cultura de una población, pero también porque en su contenido están plasmadas las creencias, historia, tradiciones, incluso conocimientos geográficos de un lugar en particular.
Atlixco es uno de estos pueblos que está lleno de leyendas, esto se debe a que históricamente fue habitado por pobladores de origen Teochichimeca, Chichimeca y Xicalancas que, bajo el dominio de la gran Tenochtitlan, se asentaron primeramente al poniente del cerro de San Miguel.
Su posición geográfica hizo que fuera escenario de luchas entre los diversos grupos indígenas que estaban asentados en los alrededores. Los pueblos de Calpan, Huejotzingo y Cholula se disputaron en diversas épocas la posesión del valle hasta la llegada de los conquistadores, que la nombraron Villa de Carrión.
Fue hasta el 14 de febrero de 1843, que Nicolás Bravo, presidente de México, elevó la Villa de Carrión a la categoría de ciudad, con el nombre de ciudad de Atlixco por su participación en el proceso de Independencia, poniendo fin al dominio español.
El cerro de San Miguel es uno de los lugares más importantes de Atlixco, pues en la cima se celebra el Festival Atlixcáyotl, pero también es uno de los lugares con más leyendas paranormales.
Los lugareños que viven cerca de este cerro cuentan que cuando se esconde el sol nadie en este municipio poblano camina a las faldas del cerro de San Miguel, mucho menos las mujeres embarazas y los niños.
La leyenda, publicada a través de TikTok por la escritora de cuentos de terror (aauravichis), cuenta que una vez que un pequeño volvía a casa junto con su hermana y un retazo de pan que su madre les había encargado, el niño miró en el cielo unas luces rojas y sin pensarlo las persiguió pese a que su hermana le dijo que no lo hiciera y no volvieron a saber más de él.
Después de este suceso, al llegar la noche todas las madres cerraban sus puertas y ventanas, pues se decía que al caer la noche se podían observar unas bolas de fuego que rodeaban el cerro de San Miguel las cuales eran brujas que robaban hombres y niños para comérselos.
Hasta la fecha los habitantes de Atlixco temen acercarse al Cerro de San Miguel, pues aseguran que las brujas suben para llevar a cabo sus rituales.