En la Sierra Nororiental de Puebla, un cerro misterioso y lleno de leyendas guarda los secretos de tiempos antiguos. El Cerro de Chignautla, cuyo nombre en náhuatl significa “nueve aguas abundantes”, es un lugar que ha fascinado a los habitantes y visitantes de esta región por generaciones.
A una altitud de 2 mil 560 metros sobre el nivel del mar, este imponente cerro vigila silenciosamente los valles y montañas que lo rodean, siendo no solo un atractivo natural, sino también un guardián ancestral lleno de enigmas.
Una de las características más enigmáticas del cerro es la presencia de formaciones rocosas conocidas como “temimil”, o piedras redondas.
En las alturas del cerro, estas rocas han adquirido formas que parecen retratar rostros humanos y figuras ancestrales, como si la piedra misma hubiera sido esculpida por fuerzas más allá de la comprensión humana. Según las leyendas locales, estos rostros son vestigios de una historia antigua, de épocas en que los espíritus de las doncellas y los antiguos dioses caminaban por estas tierras.
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El cerro, además de sus formaciones rocosas, es escenario de una inquietante leyenda. Cuentan los lugareños que, durante una persecución por parte de los conquistadores españoles en 1526, la Madre Naturaleza intervino en favor de los pueblos originarios.
Al ver que los niños y mujeres eran acorralados por los soldados de Hernán Cortés, la tierra misma se abrió y permitió que los perseguidos se refugiaran en el interior del cerro. Los españoles, asombrados por este fenómeno, quedaron perplejos al no encontrar ni rastro de aquellos a quienes perseguían. Desde entonces, se cree que el cerro guarda un portal oculto, un paso hacia otro mundo que solo se revela en momentos de gran necesidad.
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Las cuevas que se encuentran en las faldas del cerro también están rodeadas de misterio. Los antiguos nahuas decían que en su interior moran espíritus protectores, y que aquellos que se aventuran en sus profundidades sin respeto pueden encontrarse con fenómenos inexplicables.
Más allá de su naturaleza mística, el Cerro de Chignautla forma parte de la rica tradición del municipio homónimo.
En la plaza central de Chignautla, la parroquia de San Mateo Apóstol, construida entre los siglos XVI y XVIII, sigue siendo un testimonio de la fusión entre el arte indígena y la influencia colonial. Y para quienes buscan una experiencia que una lo espiritual y lo culinario, el restaurante Cerquita del Cielo ofrece una vista espectacular desde lo alto de esta sierra, donde la neblina y las nubes parecen entrelazarse, creando un paisaje etéreo.
La distancia desde la ciudad de Puebla a Chignautla es de dos horas en vehículo propio.
La ruta más rápida es sobre la autopista México-Puebla, y después tomar la pista 129D que te lleva a Teziutlán. Chignautla se encuentra a unos 20 minutos antes del Pueblo Mágico de Teziutlán