La presa Manuel Ávila Camacho está localizada a cinco kilómetros al sur de la ciudad de Puebla. Construida en 1946, fue el cuerpo de agua más grande del estado, debido a la unión de los ríos Atoyac y Alseseca.
La presa se creó para un uso principalmente agrícola, ya que su diseño favorece la filtración de los residuos sólidos para su sedimentación, antes de correr por los canales de Tecamachalco y Tehuacán, además de Izúcar de Matamoros.
El diseño de esta monumental obra consideró desde su inicio un lago artificial para los poblanos acaudalados de la época. En 1952, el lago de Valsequillo era el lugar ideal para realizar torneos de deportes acuáticos y de pesca.
En 2017, estudios hechos por investigadores de la Facultad de Ciencias Biológicas de la BUAP, determinaron que existían 231 especies de aves, 21 de reptiles, 15 de mamíferos, ocho de anfibios y dos de peces, así como seis de gasterópodos (invertebrados acuáticos).
La contaminación en la presa fue generada por los desechos de los ríos Atoyac y Alseseca, ambos con altos niveles de contaminantes por metales, residuos sólidos e industriales.
Con el paso del tiempo, la presa ha presentado una notable desaparición de especies tanto de flora como de fauna, debido a los altos niveles de contaminación que han deteriorado la calidad del agua. En 2012 fue decretada como un Área Natural Protegida (ANP).
Hasta la fecha es imposible tratar para acercarse a los niveles mínimos de pureza, haciendo que el agua no sea apta para el consumo humano.
Uno de los mitos más sonados por los abuelos dice que mientras construían esta presa enterraron a gente viva.
Quizás hayas observado que en el día de muertos son colocadas flores de Cempasúchil en algunos puentes de la capital poblana o de las carreteras del estado; no creas que necesariamente alguien fue muerto ahí, sino que pudiera tratarse de una ofrenda para algún "emparedado" es decir, gente que fue enterrada viva para soportar el peso de un puente o alguna construcción y evitar que esta caiga.
Aunque no hay evidencia documentada de este tipo de actos, la tradición oral en el país señala que el mismo diablo suele aparecerse al ingeniero o arquitecto de obra para proponerle un trato: una persona viva a cambio de que el puente o la construcción resista. Mientras no haya trato, la cimentación caerá una y otra vez.
Otra leyenda popular, aseguraba que cuando el dique alcanzara el 99% de su capacidad, más de 59 colinas de diferentes municipios del estado estarían en riesgo de una catástrofe natural, por eso autoridades acordaron no abrir las compuertas.
Otra creencia es que por la contaminación en Valsequillo hay especies amorfas pero no se tienen datos reales.
Cifras del Sistema Nacional de Información del Agua, Monitoreo de las Principales Presas de México que emite la Conagua, detallaron que la presa Manuel Ávila Camacho presenta una grave disminución de su capacidad instalada, lo cual es considerado alarmante para la población.