La Gran Pirámide de Cholula, conocida como Tlachihualtepetl en náhuatl, que significa "cerro hecho a mano", no solo es la más grande en su base (con 400 metros de ancho por 450 metros de lado y una altura de 60 metros), sino que también esconde un enigma fascinante bajo su superficie.
Aunque su exterior es ampliamente reconocido, pocos visitantes se adentran en los misteriosos túneles y pasadizos que atraviesan su imponente estructura. A pesar de su magnificencia, el verdadero misterio de la pirámide radica en estos túneles que, a primera vista, podrían parecer obra de los antiguos cholultecas, pero la realidad es más sorprendente.
La Pirámide de Cholula, dedicada originalmente a Tláloc, dios de la lluvia, es en realidad una serie de construcciones superpuestas que fueron levantadas a lo largo de varios siglos. Iniciada en el siglo II a.C. y finalizada entre los años 900 y 1100 d.C., la pirámide refleja la evolución arquitectónica de la civilización que la construyó.
Sin embargo, lo que la hace aún más intrigante es que sobre esta monumental pirámide prehispánica se erige la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, construida por los colonizadores españoles, simbolizando la yuxtaposición de culturas.
El aspecto más intrigante de la pirámide son sus túneles. La mayoría de los visitantes se sorprenden al saber que estos túneles, que permiten adentrarse en la estructura, no fueron construidos por los antiguos cholultecas. Contrario a la creencia popular, estos túneles no tienen un origen prehispánico, sino que fueron excavados por arqueólogos en el siglo XX con el objetivo de comprender mejor la compleja arquitectura del monumento.
Entre 1931 y 1971, un equipo de arqueólogos liderados por figuras como Alexander von Humboldt, Manuel Gamio y Enrique Juan Palacios, se propuso desenterrar los secretos de Cholula, revelando más de 10 kilómetros de túneles que atraviesan el corazón de la pirámide.
Los túneles revelaron no solo la secuencia de las capas superpuestas de la pirámide, sino también una serie de altares, ofrendas, pisos, muros y hasta entierros humanos que hablan de la importancia espiritual y ceremonial de este monumento.
Entre los hallazgos más destacados se encuentra el mural de "Los Bebedores", una pieza impresionante que representa figuras humanas en escenas rituales de consumo de pulque, y que se localiza en el Edificio 3 del Conjunto de la Plaza de los Altares, al sur de la zona arqueológica.
El misterio de los túneles ha permitido a los arqueólogos crear modelos que resumen el desarrollo de la pirámide, revelando que su complejidad arquitectónica es mucho mayor de lo esperado. Estos túneles permiten recorrer la estructura interna de la pirámide y brindan una ventana invaluable al pasado prehispánico, pero también reflejan la necesidad de preservar y estudiar más a fondo este monumento.
El proyecto de excavación culminó en 1971, y hoy en día, los túneles de la Pirámide de Cholula no solo son una atracción arqueológica, sino una puerta hacia el pasado, ofreciendo una oportunidad única para explorar el interior del monumento más grande jamás construido por el ser humano en términos de volumen.