A la ciudad de Puebla le queda un museo de los ferrocarriles, algunas vías y ocasionalmente, el paso de trenes industriales hacia el norte de la ciudad.

Sin embargo, en algunas colonias aún viven del recuerdo del esplendor de los ferrocarriles.

Dos de los puntos más significativos son los barrios de El Tamborcito y Santa Anita que se encontraban cercanos a la estación del tren en el Centro Histórico.

Aficionados a la historia han detectado en grupos de Facebook como Puebla Antigua comparativos de cómo lucían antes las bodegas del sistema ferroviario.

Lo que ahora hay en realidad son grandes construcciones convertidas en una variedad de establecimientos comerciales.



A algunas cuadras de ahí se encuentra también la colonia Santa María por donde todavía se observan las vías y que en su historia guarda anécdotas en las que la población convivía con los ferrocarrileros.

Un ejemplo de ello fue la caída de un tronco que ocurrió en 1967 y que obligó a trabajadores y a vecinos a realizar maniobras para garantizar el paso de una locomotora.

Siguiendo en el camino del tren hacia el norte está la iglesia de El Rayito, por donde ahora pasa la Línea 2 de la Red Urbana del Transporte Articulado (RUTA), pero que en algún momento fue el paso obligado del tren.

Mientras que en San Felipe Hueyotlipan, hoy convertida en una junta auxiliar altamente habitada, hay recuerdos todavía de los años 60 en donde se observa que las vías del tren no se rodeaban de casas, sino de campos de cultivo donde pastoreaban animales.

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