El Puente Calapa, situado en el kilómetro 83 de la autopista Cuacnopalan-Oaxaca y que delimita la frontera entre Puebla y Oaxaca, es mucho más que una impresionante estructura de ingeniería.
Desde su construcción en 1994, el puente ha sido el escenario de una tragedia que ha dado origen a una de las leyendas más inquietantes de la región.
El 22 de agosto de 1994, a plena luz del día, el puente colapsó inesperadamente, dejando un saldo de 11 muertos y 12 desaparecidos. A pesar de que las causas del desplome fueron atribuidas a fallos estructurales, los habitantes de los pueblos cercanos, como San José Miahuatlán, Puebla, aseguran que hay algo mucho más oscuro detrás del incidente.
La leyenda cuenta que el "dueño del cerro", un espíritu ancestral que habita las montañas de la región, pidió almas a cambio de permitir la construcción del puente sobre su dominio.
Algunos de los trabajadores que participaron en la obra relataron que unas horas antes del fatídico colapso, vieron a un anciano pastoreando un rebaño cerca del río bajo el puente.
Los animales emitían sonidos extraños, desconocidos para ellos, y el ambiente parecía estar cargado de una presencia inquietante.
Desde aquel día, el Puente Calapa se ha convertido en un lugar marcado por accidentes inexplicables. Las publicaciones en redes sociales están llenas de testimonios de conductores y transeúntes que aseguran haber presenciado fenómenos sobrenaturales al cruzar el puente.
Uno de los relatos más comunes es el avistamiento de un gran rebaño de chivos descendiendo de los cerros hacia el fondo del cañón. Al principio, nada parece fuera de lo común, pero a medida que las personas se acercan, comienzan a notar algo aterrador: los rostros de los animales se transforman en caras humanas, reflejando expresiones de dolor y agonía.
Los balidos de los chivos se convierten en lamentos desgarradores, como si las almas de los fallecidos en el puente estuvieran atrapadas en esos cuerpos.
Lo más aterrador de este relato es la aparición de un chivo gigantesco, negro como la noche, con enormes cuernos y ojos rojos resplandecientes.
De su boca emanan vapores, y se le ve caminar en dos patas, dominando al rebaño de almas perdidas. Muchos aseguran que esta criatura es el demonio, pastoreando las almas de aquellos que han muerto en el puente o en los cerros cercanos.
Aquellos que han presenciado este espeluznante rebaño cuentan que quedan profundamente trastornados, y muchos de ellos sufren accidentes poco tiempo después, como si la maldición del puente los persiguiera más allá de su experiencia.
Actualmente, el Puente Calapa sigue siendo un lugar de tránsito, pero también un sitio envuelto en misterio y temor.