La Pirámide de Cholula, conocida en náhuatl como Tlachihualtepetl, o "cerro hecho a mano", es una de las estructuras más fascinantes de México y ¿sabías que está alineada al volcán Popocatépetl?

Con una base de aproximadamente 400 metros por lado, es la pirámide más grande del mundo en cuanto a volumen, aunque a simple vista parece una montaña debido a la vegetación que la cubre.

Su construcción comenzó alrededor del siglo II a.C. y se completó entre los años 900 y 1100 d.C.

Más allá de su colosal tamaño, uno de los aspectos más intrigantes de la Pirámide de Cholula es su relación con el volcán Popocatépetl y los eventos astronómicos de aquella época.

Según el libro Ciclos, Paisaje e Historia en la Arqueoastronomía de Puebla y Morelos, presentado por los arqueólogos Sergio Suárez Cruz y Manuel Melgarejo Pérez, la pirámide está cuidadosamente orientada hacia el volcán Popocatépetl.



Esta alineación no es casual; los antiguos sacerdotes y constructores buscaron resaltar ciertos fenómenos celestes importantes en el calendario agrícola y religioso.

La pirámide de Cholula, además de su orientación hacia el Popocatépetl, comparte una sorprendente similitud visual con el volcán cuando se observa desde el este. Este hecho refuerza la idea de que fue diseñada para integrarse con el paisaje y para desempeñar un papel simbólico y sagrado.

Uno de los eventos más destacados ocurre el 8 de marzo y el 4 de octubre, cuando el Sol parece ponerse en la cúspide del volcán, visto desde un punto en la lateral de la recta a Cholula.

Asimismo, si se camina desde el altar norte del Patio de los Altares en la zona arqueológica de Cholula hacia el Templo de Tonantzintla entre el 8 y el 21 de marzo, se puede ver cómo el Sol se oculta en la cima del Popocatépetl.

Este evento se repite ahora saliendo de Tonantzintla con dirección al Patio de Los Altares, del 21 de septiembre al 4 de octubre, día de San Francisco (santo que, se dice, amarra el temporal con su cordón y señala el fin de la época de lluvias).

El día 15 de mayo, durante el paso cenital del Sol, se produce otro fenómeno arqueoastronómico notable: el Sol se alinea con la Iztaccíhuatl y una cruz situada en la escalinata poniente de la pirámide, iluminando el altar del templo de la Virgen de los Remedios.

Este evento sugiere que tanto los antiguos constructores como los colonizadores españoles prestaron especial atención a las posiciones solares y sus implicaciones religiosas.



Además, el paisaje visible desde la pirámide ofrece una serie de eventos cósmicos que involucran no solo el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, sino también otras montañas y cerros cercanos, como la Sierra Negra y el Pico de Orizaba. Cada uno de estos fenómenos parece haber sido cuidadosamente observado y registrado, integrando la vida terrenal con el cosmos y los dioses.

Para finalizar, los arqueólogos concluyeron que la gran Pirámide de Cholula, no solo fue un centro ceremonial y de poder, sino también un gigantesco marcador astronómico que unía las creencias religiosas con los ciclos naturales, uniendo el paisaje con el cielo y el movimiento del Sol con las deidades.

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