Para este punto, Emilia Pérez se ha convertido en un fenómeno mediático como pocas veces se ha visto de una película en la carrera hacia los Oscar 2025, con críticos y audiencias vociferando sus opiniones, a favor o en contra, de una manera ferviente y absoluta, con gremios especializados alabando la supuesta valentía del filme, mientras que las sociedades supuestamente representadas la desprecian por completo. Pero ¿cómo llegamos hasta aquí? Repasemos los hechos.
Emilia Pérez comenzó su recorrido mediático tras ser estrenada en el prestigioso Festival de Cannes de France el pasado mayo de 2024, donde recibió una ovación de varios minutos y los máximos galardones de Premio del Jurado, tres premios a Mejor Actriz y Mejor Banda Sonora; a partir de aquí, se corrió la voz sobre la sensibilidad de los temas que aborda – específicamente el narcotráfico y la transexualidad –, siendo mencionada como una obra maestra imperdible llena de sensibilidad y respeto que nadie debería perderse, lo cual atrajo más la atención cuando su actriz principal, Karla Sofía Gascón, se convirtió en la primera actriz trans en ganar su respectiva categoría.
La película continúo atravesando un gran recorrido por varios festivales prestigiosos – Festival de Bruselas, Bélgica; Festival de Cine de Telluride, Estados Unidos; Festival de Cine de Toronto, Canadá; Festival Internacional de Cine de Morelia, México; Londres, Japón, Corea del Sur, Brasil, y muchos más – siendo galardonada, aplaudida y celebrada en cada uno a excepción de dos: México y Brasil, donde algunos medios expresaron los primeros signos de polémica, pero estos jamás llegaron a primera plana.
A través de entrevistas importantes con medios como Variety, Jaques Audiard, director del filme, expresó el origen detrás del concepto, afirmando que se trata de una expresión genuina sobre su preocupación respecto a la situación social de México, a pesar de mencionar que los temas de la transexualidad y las desapariciones fueron inspirados por párrafos de novelas y tabloides de periódicos extranjeros, sumado al hecho de que en entrevista con Cinépolis afirmó no haber hecho una investigación sobre los temas ni el país para representarlo.
La polémica ascendente explotó aún más cuando la película llegó a Netflix de Estados Unidos, revelando a Latinoamérica el nivel de español, las canciones y la actuación de Selena Gomez que se manejaba en el filme. Tras lo anterior, y con los primeros comentarios en contra de la película, Karla Sofía Gascón inició una serie de comentarios que encapsularon la perspectiva de la película como si esta retratara una verdad incómoda de la que el país no quiere ser parte, sumado a comentarios donde se autodenominaba como la mejor actriz contemporánea.
El tiempo pasó, y la comunidad mexicana y transexual señaló a la película como una falta de respeto en la representación cultural y humana, con la mayoría de las reseñas puntuando estos fallos, con otras, muy pocas en comparación, especificando las decadencias técnicas del filme, todo acumulándose hasta la impactante noche de nominaciones de los Oscar 2025, donde recibió 13 menciones en categorías distintas – en contexto, esto es más que filmes clásicos como Ben-Hur (Dir. William Wyler, 1959), Titanic (Dir. James Cameron, 1997), El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey (Dir. Peter Jackson, 2003) –. Surgen las preguntas: ¿en verdad es tan mala? ¿hay algún valor en el filme que justifique todos los premios y nominaciones? ¿existen elementos rescatables? ¿la polémica social será una exageración? Averígüemelo.
Así llega a los cines de México, a pesar de ser una película de Netflix en el resto del mundo, Emilia Pérez. Dirigida por Jacques Audiard (Un Profeta, Los Hermanos Sisters) y protagonizada por Zoe Saldaña (Avatar: El Camino del Agua, Avengers: Endgame), Karla Sofía Gascón (Nosotros los Nobles, El Señor de los Cielos), Selena Gomez (Hotel Transilvania, Only Murders in the Building), Adriana Paz (Rudo y Cursi, Elysium), Édgar Ramírez (El Crucero de la Selva, La Chica del Tren) y Mark Ivanir (La Lista de Schindler, Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio).
En este musical de drama criminal, seguimos la historia de la abogada Rita Mora Castro (Zoe Saldaña), quien es convencida por el narcotraficante “Manitas” del Monte (Karla Sofía Gascón) para ayudarlo a completar su más grande y secreto deseo: transicionar de género. Ahora como Emilia Pérez (Karla Sofía Gascón), Rita deberá acompañarla en una cruzada del bien que cambiará su corazón y el de todos a su alrededor, mientras que Emilia lidiará con las consecuencias de alejar a su esposa Jessi (Selena Gomez) y a sus dos hijos.
En los Oscar 2025, la película recibió las nominaciones a Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actriz, Mejor Actriz de Reparto, Mejor Guion Adaptado, Mejor Película Extranjera, Mejor Banda Sonora, dos a Mejor Canción Original, Mejor Sonido, Mejor Fotografía, Mejor Montaje, y Mejor Maquillaje y Peinado; estas serán nuestras bases para la reseña.
Comencemos con la base de todo proyecto cinematográfico: el guion. Emilia Pérez cuenta con un guion completamente extraño, y no en el mejor de los sentidos, pues se trata de una historia repleta de contradicciones – especialmente cuando se habla sobre sus temas y en el desarrollo/caracterización de sus personajes – que utiliza elementos estereotípicos de todas las perspectivas que dice representar sin siquiera elaborar algún argumento sobre ellos, sino que los retrata como la base típica del comportamiento social, reafirmando una serie de pensamientos sociopolíticos internacionales que resultan no solo ofensivos para las comunidades, sino que hasta retrógrados.
Extranjero o nacional, la base de todo trabajo que involucre cualquier tipo de representación sociocultural o histórica es la investigación, y esto no se justifica con las agendas mediáticas actuales de la corrección política, sino que la investigación nutre una serie de necesidades que los personajes y mundos requieren para crear un mundo verosímil. Emilia Pérez, bajo la excusa de utilizar la fantasía propia de la ópera – el filme nació como un libreto operático y de allí fue adaptado a guion cinematográfico –, decide jugar con varios elementos políticos como mero vehículo para un supuesto conflicto emocional que no se desarrolla con la supuesta pasión y seriedad que aboga tener, lo cual resulta completamente evidente en los diálogos, canciones y en la estructura de su último acto.
A través de esta falta de preparación, la película expresa una serie de mensajes que resultan verdaderamente problemáticas, implicando la redención del mal a través de la transición de género, lo cual crea una doble lectura sobre la masculinidad siendo violenta por mero aporte de la naturaleza y la feminidad un camino de salvación puro donde toda acción es benéfica y transformadora; este renacimiento bíblico cobra un sentido mucho más siniestro cuando se sobrepone al tema del narcotráfico, donde la redención de un criminal se aborda como absoluta, inmediata e indiscutible, abandonando todo tipo de conflicto emocional que los personajes puedan tener al respecto, lo cual va un paso más allá al santificar las nuevas acciones del criminal renacido al devolver los cuerpos de desaparecidos a familias buscadoras debido a un arrepentimiento personal y con la ayuda de criminales y corruptos, lo cual establece un mensaje político sobre la cooperación sociedad-crimen para la paz, dejando de lado, nuevamente, el conflicto que deriva de que muchos de estos desaparecidos en la película fueron provocados por la misma protagonista.
Respecto al elenco, Zoe Saldaña es la verdadera máxima actriz dentro del filme, pues resulta claro que su trayectoria a través de buenas y malas películas le han dado la habilidad de poder decir algunas de las líneas más ridículas e insípidas de todas con la mejor gesticulación posible como para hacerlo parecer humanamente normal. El personaje de Saldaña personifica a la corrupción, pero este argumento no tiene ningún tipo de reto durante la película, no se elabora sobre los matices de su personalidad, dejándolo completamente superficial.
Por otro lado, Karla Sofía Gascón entrega la peor actuación dentro de la categoría, siendo extremadamente simple, monótona – al punto de ser básicamente ella misma –, con nulo sentido del trabajo vocal para entregar la mínima calidad en las canciones. Bajo la supuesta idea de la ópera, la voz de Gascón debería de haber sido la máxima estrella, alcanzando los tonos máximos y mínimos para apantallar al espectador, pero esto no sucede en ningún momento. Tampoco ayuda que la construcción del personaje es completamente santa, obligando al espectador a sentir lástima sólo por un par de líneas mal dichas.
Lo anterior evidencia un terrible trabajo de director, y si eso no es suficiente, la pésima calidad de su trabajo se refleja aún más en la cinematografía, la cual no refleja en nada la supuesta intención operática del filme, ni siquiera acercándose a un estilo teatral – si se quiere un ejemplo del teatro con métodos cinematográficos, véase el trabajo técnico de Amor sin Barreras (Dir. Steven Spielberg, 2021) o ¡Mamma Mia! (Dir. Phyllida Loyd, 2008) –, utilizando planos cerrados, filtros estereotípicos, interiores planos, y un constipado movimiento de cámara que no fluye con sus propias coreografías, las cuales son igual de flojas y mundanas.
Todo lo anterior entrega un montaje completamente pobre, donde algunas acciones entre escenas no concuerdan del todo, creando una discordancia entre actos, donde algunos son rápidos y otros son lentos; esta diferencia se nota mucho más en el tono de la historia, especialmente cuando se abandona la temática musical en el tercer acto por una estructura narrativa similar a las de las telenovelas de los 90’s, de donde, aparentemente, también se toma la inspiración para un maquillaje y peinado completamente promedio.
El sonido, por su parte, sufre inconsistencias por todos lados, especialmente en el ADR de las canciones. Es normal para un musical regrabar la voz de los actores y sobreponerla al metraje para tener una mayor calidad de sonido, pero aquí la sincronía es inexistente, siendo evidente cuando el audio va a un tono y la persona a otro. Lo anterior afecta a la banda sonora, pues el acompañamiento musical se fractura y no da el resultado esperado – además de que el soundtrack tampoco salva la película, ofreciendo temas genéricos que se inclinan al pop contemporáneo de la forma más cliché posible.
Las canciones, nominadas dos veces, por cierto, son una mala traducción de idiomas, donde es evidente que no se trabajó en el estudio del lenguaje y la gramática para hacer sentido a lo que se dice; ninguna canción impulsa la trama, ni da información precisa sobre los personajes ni las situaciones, y tampoco generan consecuencias; como ejemplo está El Mal, una de las nominadas, en donde el personaje de Saldaña señala los males de los corruptos y criminales presentes en una fundación, pero esta información queda como eso, información. No se hace nada al respecto, no influye en la trama y tampoco es reutilizado en ningún punto.
A pesar de todo esto, la nominación a Mejor Película y Mejor Película Extranjera derivan de los altos mandos creativos pensando que esta es una fiel representación cultural, una vanguardia en la defensa y expresión de los derechos humanos, y un perfecto discurso político para darle en la cabeza a Donald Trump.
Aún hay mucho por decir: la pésima actuación de Selena Gomez, la construcción estereotípica de los sets, la nula vinculación de la película con el cine operático y el cine musical más básico, la pésima representación cultural en los detalles – hay que tener en cuenta que no fue nominada a Mejor Diseño de Producción, lo cual, en esencia, debió ser su punto más fuerte –, la mala calidad de las letras, diseccionar los diálogos fuera de lugar, la retórica completa de sus mensajes sobre el narcotráfico y la transexualidad, los comentarios de los premios GLAAD sobre el filme, y mucho más.
Es claro que esto, de no haber tenido el apoyo mediático, habría sido otra película de Netflix ignorada por el mundo. Se trata de un insulto técnico y cultural, la peor película del año y una clara muestra de lo que en realidad se tratan los premios de la Academia.
1/10