La fiesta de la Calendaria es una festividad que conmemora la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén, después de los cuarenta días de su nacimiento.
Según la tradición judía, las madres tenían que esperar en cuarentena después del parto para purificarse y, hasta entonces, no podían presentar al bebé en el templo ni ofrendar nada.
Asimismo, con esta festividad, la Iglesia cierra el ciclo navideño, por lo que muchas personas acostumbran este día quitar el nacimiento por completo.
Sin embargo, muy pocas personas saben que esta fecha religiosa coincide con el inicio del calendario agrícola indígena.
Y es que no es coincidencia que en México, el Día de la Candelaria, lo celebremos comiendo tamales.
De acuerdo con el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, los primeros días de febrero los pueblos indígenas realizaban algunas ofrendas a Tláloc, Dios del Agua, y a su hermana Chalchiuhtlicue, Diosa de la Lluvia.
Estas ofrendas incluían alimentos elaborados a base de maíz, destacando entre ellos, los tamales.
Después de la Conquista de México, los españoles se dieron a la tarea de mezclar las tradiciones prehispánicas y católicas como es el caso de la Calendaria y la fiesta de los tlaloques, la cual coincidía en la misma fecha.
En Mesoamérica, los tamalli o tamal, vocablo náhuatl, que significa envuelto cuidadoso, se consideraban un alimento sagrado.
La combinación de masa de maíz con diversos rellenos simbolizaba la unión entre la tierra y el maíz, elementos fundamentales en la cosmovisión indígena.
Según el testimonio de fray Bernandino de Sahagún en su relato Historia general de las cosas de Nueva España, el tamal estaba ligado a los festejos en honor a ciertos dioses durante los 18 meses que conformaban el calendario mexica.
Hoy en día, el Día de la Candelaria se celebra en muchos países de América Latina con la bendición de las velas y la realización de procesiones religiosas.
Sin embargo, compartir tamales en nuestro país se ha convertido en una tradición ancestral que ha perdurado a lo largo de los años.
Además, algo que hace peculiar a este platillo gastronómico es que los nombres de los tamales son asignados según su contenido: de rajas con queso, calabaza, frijol, mole, chile, dulce, o por su color, verdes y rojos, donde ya está implícita la salsa que contiene en su interior.