En los últimos años, Shudder ha dado el salto desde ser un pequeño servicio de Streaming oriundo de Estados Unidos bajo el sello de AMC Networks, hasta ser un reconocido distribuidor y productor de cine independiente internacional, con la particularidad de que cada una de sus películas se mantiene en la misma línea creativa: piezas de horror de bajo presupuesto, usualmente óperas primas, que saben utilizar su limitado presupuesto de manera inteligente a través de historias reconocibles, pero con los suficientes elementos nuevos como para atraer y enamorar a una nueva audiencia.

La libertad creativa dentro de cada uno de estos filmes aporta una flexibilidad única para la imaginación de sus directores, quienes pueden hacer gran uso de los efectos prácticos para ser tan gráficos y grotescos como les plazca, además de que la poca presión del estudio permite a los guiones llegar a la pantalla grande con tan pocas alteraciones posibles, apelando, incluso, por estructuras narrativas que asemejan estilos mucho más experimentales en comparación al cine casual de horror, pero no completamente artísticos como las producciones de A24 y Mubi, por mencionar algunas.

The Sadness (Dir. Rob Jabbaz, 2021), De Noche con el Diablo (Dir. Cameron & Colin Cairnes, 2023), Longlegs: Coleccionista de Almas (Dir. Oz Perkins, 2024) y la saga V/H/S (Concepto por Brad Miska, 2012 – 2024) son algunos ejemplos de lo que Shudder como estudio ha ofrecido a las audiencias durante los últimos años, ganando reconocimiento en la avenida del horror hasta conseguir que sus películas logren exhibiciones internacionales, llegando, incluso, hasta a los festivales cinematográficos más prestigiosos del mundo, como el Sundance Film Festival, donde la película de hoy tuvo su debut en enero del 2024, iniciando una ola de grandes comentarios que la denominaban, a inicio de año, como una de las películas más terroríficas de los últimos tiempos. ¿Estará a la altura de estas palabras?

Así llega De Naturaleza Violenta. Dirigida por Chris Nash (The ABC’s of Death 2, Lifechanger) y protagonizada por Ry Barret (The Huperborean, Cult Hero), Andrea Pavlovic (Rogue Elements, Our Mother’s Secret Affair), Cameron Love (An Unexpected Killer, Believers), Reece Presley (Can I Get a Witness?, Delf Driver), Liam Leone (A Ghost Ruined My Life, Darts) y Charlotte Creaghan (A Secret to Die For, Mission Unexplained).

En esta cruda historia seguimos a Johnny (Chris Nash), un monstruoso asesino resucitado luego de que Troy (Liam Leone) profanara su tumba al robarle un valioso collar y entregárselo a su novia Kris (Andrea Pavlovic) en un viaje por el bosque con sus amigos. Buscando venganza, y una manera de regresar a descansar bajo su tumba, Johnny aterrorizará a los jóvenes hasta conseguir su preciado tesoro, por las buenas o por las malas.

Maquillaje, efectos especiales, sonido y cinematografía son los cuatro grandes aspectos en donde destaca este curioso filme, el cual se inclina por un ritmo contemplativo que contrasta de manera atractiva con los elementos más viscerales y típicos de una película de horror contemporánea, donde podrás encontrar todo tipo de muertes creativas con gran calidad en sus efectos prácticos, en compañía de una serie de imágenes que incitan a cierto nivel de reflexión.

En términos de maquillaje y efectos especiales, haciendo un énfasis en el trabajo práctico de prótesis, De Naturaleza Violenta destaca por su gran compromiso al momento de ser lo más gráfico posible frente a la cámara, sin necesidad de ocultar sus propios logros entre ángulos distorsionados o juegos de iluminación, que si bien podrían elevar ciertas tomas a un nivel quizá mucho más terrorífico al dejar a la imaginación del espectador el resultado de la brutalidad, se aprecia mucho el esfuerzo artístico – entendiéndose como el trabajo del departamento de arte por ofrecer prótesis, muñecos, props y dinámicas lo más realistas y/o crudas posibles – por jugar con los límites de la anatomía, la violencia y la creatividad para conseguir incomodar o incluso molestar a la audiencia con sucesos tan brutales, y aquí es donde brilla el propósito de la película, pues sería muy sencillo encasillarla como un despropósito sangriento que solo busca la atención, pero en realidad existe una motivación narrativa, dentro y fuera del filme, para tanta violencia, y es este punto el que invita a pensar más allá de su relativa simpleza.



En el aspecto más básico, los fanáticos del cine de horror, especialmente aquellos deleitas con el gore tanto como medio de entretenimiento como aspecto artístico, encontrarán una película llena de inspiración, con muchas escenas que se sienten innovadoras, tanto en la manera como están filmadas, como en la ejecución técnica, nuevamente, sin temor a ocultar la magia de los efectos prácticos, y permitiendo que el cuadro se llene de todo ese atractivo grotesco que ha enamorado a las audiencias internacionales.

Pasemos al aspecto de la fotografía, el cual es bastante curioso, pues realmente ocupa un lenguaje cinematográfico para plantear una perspectiva relativamente única junto a un tema y tono que realmente tratan de decir algo.

En cuestión de la perspectiva, esta se encuentra completamente fija en los ojos del asesino, Johnny, pero en lugar de utilizar este punto de vista para sensibilizar la posición de la audiencia con respecto al monstruo para observarlo como un ser complejo bajo una violencia con causa racional y humana – la cual técnicamente existe como justificación mitológica del ente, pero bien podría ser descartada por la audiencia al realizar sus propias conclusiones –, De Naturaleza Violenta alude a su propio título para representarlo como una fuerza de la naturaleza, una consecuencia natural, casi animal, que forma parte del propio ambiente que ha sido perturbado, así estableciendo el mensaje múltiple del comportamiento salvaje alejado del racionamiento humano, la venganza de la naturaleza al ser perturbada, y la brutal simpleza de la violencia como objeto destructor sin fin real que entra, destruye y sale sin la menor molestia.

Para lograr que esta representación no se pierda a sí misma entre su propio espectáculo gore, la cinematografía opta por encuadres extremadamente abierto, panorámicos en la mayoría de los casos, donde Johnny se camuflajea como parte natural del ambiente, permitiendo que sus movimientos y trazos sean tan largos como sean necesarios, lo cual le da a las escenas, y secuencias en su totalidad, una sensación casi documentalista, como si el punto de la cámara fuera observar las características naturales del ambiente – cosa que en ocasiones es verdad cuando el propio enfoque comienza en un árbol, flor, paisaje, solo para ser irrumpido por Johnny en una forma de establecer la fragilidad de la paz ante la violencia, sin importar el tamaño –, lo cual va de la mano con la increíble decisión sonora de trabajar toda la película sin música alguna.

El silencio dice más que mil palabras y, la mayoría de las veces es un elemento fundamental en las artes, algo que se destaca en cine, música, teatro e incluso en la pintura – señalando el silencio como espacio negativo –. En De Naturaleza Violenta ayuda a posicionar aún más la comparativa de Johnny como animal o fuerza natural al ser este su mundo, un lugar tranquilo donde podía descansar hasta molestado; además, el silencia ayuda a que los hechos violentos sean mucho más crudos y hasta difíciles de ver, porque arrebata todo sentido de entretenimiento que podríamos obtener de la película, algo similar a la ruptura de la cuarta pared que algunos filmes como Funny Games (Dir. Michael Haneke, 1997) implementan para involucrar a la audiencia en el crimen, torturándolos al mismo tiempo que a los protagonistas y cuestionándolos sobre la naturaleza de la violencia y el motivo detrás del supuesto disfrute de atestiguarla como entretenimiento en medios como el cine.

De Naturaleza Violenta no alcanza a ser tan compleja en su planteamiento técnico, pero sin duda planta la semilla del debate, pues sin música, solo somos testigos de una serie de eventos crueles que, aunque motivados narrativamente hablando, siguen siendo eso, crueles por mera naturaleza.

Este fascinante aspecto técnico, sin embargo, encuentra su telón de Aquiles en dos rubros: actuación y guion. Es cierto que la estructura narrativa está pensada y establecida para ser provocativa en varios niveles, pero el guion carece de fortaleza propia, asemejándose más a un remake de Viernes 13 (Dir. Sean S. Cunningham, 1980) por la manera en la que sucede y se presenta, y aunque esto no es malo – bien se podría decir que este es un filme que homenajea a una de las películas que iniciaron la popularización del gore y el slasher en el cine ochentero –, las similitudes son demasiadas como para sacudírselas satisfactoriamente.

En materia de personajes, el guion no se molesta en desarrollarlos de manera apropiada, y es claro que este no era el objetivo desde el principio. Esto tiene su valor en favor de la narrativa anteriormente mencionada, posicionando los ojos de la cámara a través de Johnny, pero, si uno no conecta con su propuesta visual y artística, es muy fácil abandonar la experiencia al sentir que no hay conflicto, no existe motivantes extras, terminando en algo repetitivo y, quizá, sin sentido.

Lo anterior afecta a los actores, pues a falta de material con el cual trabajar un personaje, estos no pueden hacer magia y crear lo inexistente frente a la cámara. Además, al ser una película por mucho independiente, es visible un método de actuación mucho más acartonado.

Al final, De Naturaleza Violenta es una grata sorpresa independiente que, si bien no se molesta en aportar un guion inteligente y entretenido en su totalidad, lo compensa con una narrativa diferente, con propósito, imaginación, creatividad y satisfaciendo los elementos más básicos del cine gore de horror, entregando constantemente lo que la audiencia paga por ver desde el primer momento.

Vale la pena no subestimar a este tipo de películas, pues si bien no se trata de material para los Oscar o un pedazo de legado cinematográfico que tallará su nombre en la historia, son propuestas diferentes de voces jóvenes que aun tienen en mente las dos grandes metas del arte del cine: entretener y evocar. Lo mejor de todo, sin duda, es que es una gran opción para iniciar, o continuar, con la temporada de Halloween.

7.8/10

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