Hace millones de años, gran parte del territorio que hoy es México estuvo cubierto por mares y océanos. De acuerdo con la teoría de Edward Suess, este México estaba sumergido bajo las aguas del océano de Tetis, con excepción de una estrecha franja de tierra en la parte oriental de Chihuahua y una pequeña área en el noreste de Durango.
Hace 70 millones de años, los movimientos tectónicos ocasionaron el surgimiento de lo que ahora es la República Mexicana, transformando el océano de Tetis en zonas desérticas con grandes depósitos de sal en su superficie.
En la zona centro del país, concretamente en la mixteca poblana de Xochitlán, Yaonáhuac y Nanacatlán se han hallado fósiles marinos. El Instituto de Ciencias del Mar de la UNAM sostiene que el mar de Tetis sí existió y en él habitaron arrecifes de corales y una gran variedad de animales marinos como esponjas, ostras, moluscos y crustáceos.
De hecho, actualmente, existe evidencia de que este mar existió y lo puedes encontrar a 2 horas y 30 minutos del Centro Histórico de Puebla, en una comunidad llamada San Juan Raya, ubicada en el municipio de Zapotitlán Salinas.
Los mares de Puebla del siglo XVIII
Aunque millones de años transformaron las tierras poblanas de desiertos a zonas habitables, en el siglo XVIII, la distribución territorial del estado de Puebla abarcaba una franja que se extendía desde el Golfo de México hasta el Océano Pacífico. Esto quiere decir que en aquel siglo, Puebla tenía playas en ambas costas.
Incluso, Puebla, fundada en 1531, fue una de las ciudades más importantes de la Nueva España, debido a su situación geográfica estratégica entre el puerto de la Villa Rica de la Vera Cruz y la Ciudad de México.
En 1787, la distribución del territorio nacional permitió que Puebla extendiera sus dominios desde el Golfo de México hasta el Océano Pacífico, abarcando una franja que le otorgaba acceso a ambos océanos. Esta expansión territorial influyó significativamente en el desarrollo económico y cultural de la región, consolidando aún más su importancia en la Nueva España.
La división territorial de Puebla se realizó bajo las órdenes del rey de España, Carlos III, quien envió a José Gálvez como representante diplomático para dividir el territorio mexicano en 12 intendencias. En esta división, Puebla recibió el control de las costas tanto del Golfo de México como del Océano Pacífico.
Sin embargo, en 1793 surgieron conflictos políticos y problemas logísticos en el comercio, lo que llevó a una serie de modificaciones en el territorio poblano. El proceso de reorganización comenzó con la separación de Tlaxcala, que se independizó de Puebla.
Posteriormente, Cuautla-Amilpas pasó a formar parte del estado de México, mientras que Tlapa e Iguala se integraron a Guerrero. Finalmente, en 1853, Tuxpan decidió integrarse a Veracruz, lo que resultó en la pérdida de una gran parte del territorio de Puebla, incluidas sus playas.
Tras estas modificaciones, en 1849, los municipios de Teziutlán, Zacapoaxtla y Tehuacán, que originalmente pertenecían a Veracruz, fueron transferidos a Puebla.
Así, el estado de Puebla fue reorganizado y perdió el control sobre sus playas del Golfo de México y del Océano Pacífico, consolidándose como una de las entidades del centro del país.
¿Qué playas tendría Puebla en la actualidad?
Si Puebla no hubiera perdido sus dos accesos al mar, hoy contaría con playas que atraen a cientos de turistas.
Entre ellas, se encontraría la playa Ojo de Agua, situada a unos 50 kilómetros de Técpan de Galeana en el estado de Guerrero. En Veracruz, el municipio de Tamiahua, que alguna vez estuvo en el mapa de Puebla, hoy es un paraíso turístico.
Además, el puerto de Tuxpan también habría sido parte de Puebla si no hubiera habido cambios en la redistribución territorial.
