La época decembrina tiene en la Navidad su punto culminante y como preámbulo obligado la celebración de las posadas, con las que se recuerda el peregrinar que realizaron San José y la Virgen María en búsqueda del lugar en donde nacería el Niño Dios.

Y que de acuerdo con la tradición fue guiado por un ángel.

Navidad proviene de la palabra latina nativitas que significa nacimiento y se refiere particularmente al nacimiento de Jesús.

A manera de breviario cultural, National Geographic publicó una historia por demás interesante sobre la celebración de la Navidad.

¿Qué son las posadas?

Las posadas son organizadas por las iglesias o bien por particulares.

Tradicionalmente, se llevan a cabo del 16 al 24 de diciembre.

En su desarrollo es indispensable contar con una casa o iglesia, que dará albergue a las figuras de San José y un burro en el que viaja la Virgen María, que ocasionalmente son reales. Esto si es que se cuenta con un asno y dos personas para que personifiquen a los padres del Niño Dios.

Previo a su realización, los asistentes o feligreses reciben velas para alumbrar el camino y hojas con los cánticos propios de la ocasión y se colocan detrás de San José y la Virgen María.

Un elemento adicional que no puede faltar son las luces de bengala y los silbatos.

Acto seguido se procede al rezo de la Novena de Navidad y letanías para pedir posada.

San José y la Virgen realizan un recorrido para pedir posada en varias casas o en una sola, varias veces, en donde se entona el canto de petición de posada por parte de quienes los acompañan, mientras que otros participantes responden el canto, hasta que se escucha el clásico entren santos peregrinos y se da inicio al festejo.

Tras ingresar se complementa el rezo propio de la ocasión y se da paso a la festividad.

Los asistentes reciben los infaltables aguinaldos que no son otra cosa que dulces o frutas propios de la temporada, acompañados de buñuelos, tamales o algún otro alimento y ponche.

Y por supuesto, el mayor punto de la fiesta se alcanza con la aparición de las piñatas que antaño tenían que ser de una estrella de siete picos que representaban los pecados de la humanidad: pereza, gula, envidia, ira, lujuria, avaricia y soberbia.

Las piñatas se rellenan de frutas propias de la temporada y aunque en otra época su base eran ollas de barro, pero han evolucionado tanto en su forma como en su contenido.

Tras romper las piñatas y convivir por un rato, concluye la posada del día.

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