La cena de Navidad se realiza para conmemorar el nacimiento del Niño Dios.
Es la forma como los católicos en general celebran el nacimiento de Cristo que representa esperanza y el inicio de una nueva era.
En pocas palabras el cumplimiento de la profecía con el que se da paso a una nueva etapa.
No en balde durante muchos años, el tiempo se contabilizaba a partir de esa fecha, como antes de Cristo y después de Cristo.
De hecho, de acuerdo con el conteo oficial, hace 2022 años comenzó esa nueva era.
En la gran mayoría de los hogares mexicanos, previo a la cena, es tradicional arrullar al niño y acostarlo en el nacimiento que se coloca en un espacio abierto, en medio de rezos, cantos y luces de bengala.
Un lugar especial
La cena de Navidad es una ocasión especial en la que casi todas las familias abren las puertas de su casa para que personas cercanas e invitados se sumen a la celebración, como una forma de compartir la bonanza y la alegría.
Sin embargo, una de las tradiciones que se han ido perdiendo con el paso del tiempo es reservar la cabecera de la mesa para que Cristo, el niño Dios, comparta el pan y la sal con los presentes, como un reconocimiento a su esencia. Un espacio desde donde compartirá con los presentes la alegría por su nacimiento.
La cena
Aunque la costumbre de cenar en Navidad tuvo su origen en Europa, con el paso del tiempo llegó a nuestro continente.
La Navidad y sus celebraciones, incluida la cena, se instalaron en América como una mezcla de culturas. Y como un elemento peculiar, el consumo de pavo de alguna forma terminó por restringirse a la época de Navidad.
Tras la conquista, poco a poco, las fiestas tradicionales indígenas fueron remplazadas por la celebración navideña.
Con el paso de los años, la cena de Navidad sufrió modificaciones e incluso se adaptó a cada región. Los platillos que se consumen, en la actualidad son variados, pero en esencia, la tradición es la misma.