Un comercial de Bacardí de 1977 en el que sus protagonistas invitaban a agarrar una jarra de ron mezclado con refresco de cola se instaló en el imaginario colectivo de los mexicanos, que adoptaron la expresión "agarrar la jarra" para expresar cuando una persona se emborracha y se la sigue unos cuantos días.
La expresión se extendió de tal manera que es considerada un regionalismo mexicano.
Los comerciales y sus pegajosas canciones y frases han sido parte de nuestro vocabulario de uso diario por la influencia de los medios audiovisuales y debido a que están cuidadosamente diseñados para quedarse en la mente del público.
Con el tiempo el comercial dejó de transmitirse en televisión y radio, pero la frase perduró por muchos años y aún hoy en día se sigue utilizando.
Los mexicanismos son las rutinas y hábitos lingüísticos que dan identidad propia y peculiar a los mexicanos, en los que se ven reflejados los grandes ejes culturales en torno a los cuales se concentra el léxico del español de este país.
De acuerdo con el Diccionario de mexicanismos se celebraba como uno de los magnos proyectos de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), existen alrededor de 11 mil 400 voces y 18 mil 700 acepciones que se consideran como regionalismos mexicanos.
Por su parte, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española reconoce 12 mil 122 americanismos y 5 mil 981 términos regionales, entre ellos, por ejemplo, el muy mexicano chido, adjetivo que significa "bonito" y en sentido coloquial "muy bueno".
Cerca del 10 por ciento de los americanismos aceptados por la RAE son son mexicanismos.
Ejemplos de otras expresiones regionales mexicanas son las siguientes:
Me cayó el chahuistle
Chahuistle es una palabra de origen náhuatl, “chahuiztli” y significa “enfermedad de la hoja de maíz”, que es producida por un hongo.
La usamos cuando se acerca una persona inesperadamente, sobre todo si no nos es agradable (el jefe, la suegra, el profe…); alguien nos interrumpe un plan o nos descubre en una situación que queríamos que permaneciera en secreto; o cuando nos ocurre una situación desagradable sorpresivamente.
A lo que te truje Chencha
Un mexicano, cuyo origen, se cuenta, viene del porfiriato y se dio a conocer en una película del cine de oro mexicano en las que mostraban un México rural. “Chencha” es el diminutivo de Cresencia.
La usamos al querer expresarle a otro, o a nosotros mismos, que hay que concentrarse y hacer, al instante, la tarea que corresponde en ese momento. Aplícala con gente distraída.
Ya se armó el mitote
Mitote viene del náhuatl “mitoti” y significa “bailarín”.
Usamos esta frase para expresar que se ha originado un pleito o un gran problema. También hace referencia a la fiesta o al chisme (“le gusta el mitote”).
Apapacho
De acuerdo con un artículo de la BBC, “apapacho” es la palabra más linda que el náhuatl le regaló al español. Se deriva de la palabra “patzoa”, que es igual a “apretar”.
Es algo más que un cariño o una palmadita; se trata, más bien, de “un abrazo con el alma”. ¿Te gusta la idea?
Échate un coyotito
No es otra cosa que “tomar la siesta”, sobre todo después de comer.
No te me achicopales
“Achicopalar” también se utiliza en varias partes de Latinoamérica. Pero, ¿qué crees? Su origen es náhuatl y deriva de la palabra “achicaualiztli”, cuyo significado es parecido a débil o frágil.
La usamos cuando queremos darle ánimo al otro: “no te deprimas” o “no te angusties”.
Le da vuelo a la hilacha
Significa que la persona en cuestión lleva una vida desenfrenada o con excesos.
Chamaquear
Chamaco también es un vocablo procedente del náhuatl: “chamahuac”, y significa “rollizo”.
La usamos para advertirle a alguien que lo quieren tratar como niño, en el sentido de que le están viendo la cara o lo quieren engañar.
¡Ya chole!
La expresión significa “ya basta”, “ya fue suficiente”. Se cree que se comenzó a utilizar a finales del siglo XIX. Hay dos versiones más largas: “Ya Chole vendió su rancho” y “Ya Chole vendió su casa y puso panadería”.
Achichincle
Para que se entienda: “me trae de su ayudante”. Achichincle es otra palabra que viene del náhuatl. Se compone de “atl”, agua, y “chichinqui”, que chupa. Si lo leemos completo sería: “quien chupa el agua”. Después de la Conquista adquirió otra connotación: una persona servil e incondicional de un superior.
Chuchulucos
Otro legado náhuatl. El chuchuluco es un tipo de tamal del Estado de México, aunque también es sinónimo de dulce o caramelo.
Ejemplo de uso: toma este dinero para tus chuchulucos (para que te des un gustito o te cumplas un antojo no muy caro).
Estoy haciendo “talacha”
El talacho es una herramienta para labrar la tierra. Surgió de la fusión del náhuatl: “tlalli” (tierra) y el castellano “hacha”.
La usamos para expresar que estamos realizando un trabajo rutinario o que conlleva esfuerzo.
¿A qué hora cierran el changarro?
Otro mexicanismo simpático, pero despectivo, según como se vea o la sensibilidad de cada quien. Podríamos utilizar un eufemismo para definirlo: una pequeña tienda o un negocio pequeño. Para el profesor Peter Boyd-Bowman, autor de El Habla de Guanajuato, la palabra se refiere una tienda de poca importancia.