De acuerdo con historiadores, el primer nosocomio de Puebla fue el hospital de San Pedro, fundado en 1544 y actualmente es el Museo poblano de Arte Virreinal, localizado en la 4 norte, 203 centro histórico.

Este lugar con más de 400 años de historia, vio morir a un sin número de pacientes internados en sus instalaciones, de acuerdo con  Orestes Magaña, en su libro: Otras casas y lugares malditos de Puebla, existe la leyenda de la “Aparecida del hospital San Pedro”

Cuenta la leyenda que durante la época de la Colonia, una epidemia de cólera, azotó fuertemente a los habitantes del estado, por lo que el hospital se encargó de atender a todos los enfermos.

Se dice que Fray Luis García, que era uno de los doctores que trabajaba en ese hospital, escuchó una noche que llamaban a la puerta de aquel hospital con mucha insistencia.

Al abrir, vio que era una mujer que lloraba porque su hijo estaba en cama desde hace varios días y con una fiebre muy alta. Fray Luis, junto con otro médico, fueron a la casa de la señora y decidieron llevarse al niño hasta el hospital. Antes de partir, le dijeron a la madre que podía recoger a su hijo en un par de días.

El niño se recuperó rápidamente, pero la mujer no volvía por su hijo. Ante esta situación, el fraile Luis decidió regresar a la casa donde lo recogieron, pero al entrar a la casa, se dio cuenta de un fuerte olor y descubrió que "la madre estaba muerta en su cama, y tenía más de dos semanas que había perdido la vida".

De inmediato, mandó a sellar la casa y a sepultar a la mujer. Al regresar al hospital rezó una plegaria por el eterno descanso del alma de la mujer que aún desde la muerte regresó a salvar la vida de su hijo.

La leyenda asegura que Fray Luis García se hizo cargo del niño, quien varios años después se convirtió en el director del hospital.

En la actualidad, el San Pedro Museo de Arte, tienen sin fin de historias de varios fantasmas residentes, de los cuales, la más famosa es "La Niña que juega en el patio con su pelota” y “La Monja que desaparece en las escaleras”.

Muchas historias cuentan que en este hospital, se vivieron varias injusticias, pues en esa década, los indígenas fueron quienes más sufrieron la desigualdad, ya que eran recostados sobre petates, en el suelo, mientras que los enfermos de origen español dormían en un piso independiente y en camas cómodas.

Se dice que muchos de los que fallecieron siguen en pena y todavía se les ve o se les escucha por todo el inmueble.

Actualmente, es uno de los museos más emblemáticos de Puebla. De hecho, de día es muy seguro y no sucede nada de lo anterior, por lo que es un lugar de cultura y arte muy recomendable para visitar con toda la familia. Ya de noche, es otra historia.

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