El ex convento de Santa Rosa, ubicado en el Centro Histórico de Puebla, es un lugar emblemático que ha jugado un papel crucial en la historia cultural y religiosa del estado. Además de ser reconocido como el lugar donde nació el famoso mole poblano, este edificio esconde muchos datos curiosos.
Construido en el siglo XVII, este convento fue fundado como un espacio para monjas dominicas que se dedicaban a la oración, la enseñanza y actividades manuales, como la cocina.
Durante el siglo XIX, después de la desamortización de bienes eclesiásticos, dejó de funcionar como convento y fue reutilizado como cárcel, hospital psiquiátrico y espacio comunitario, adaptándose a las necesidades de la ciudad en cada época.
Cómo se vivía en el ex convento de Santa Rosa
Este sitio destaca por su relevancia religiosa, pues funcionó como un centro espiritual que promovió valores y tradiciones sumamente conservadores y que dejaron una huella en la sociedad poblana.
1. Subir y bajar escaleras de espaldas: Para demostrar humildad y devoción, las monjas tenían la práctica de subir y bajar escaleras de espaldas, evitando dar la espalda a los espacios sagrados del convento. Este gesto simbolizaba la renuncia al orgullo y la entrega a la vida religiosa.
2. Silencio obligatorio: Gran parte del día debía transcurrir en silencio absoluto, excepto durante las horas de recreo permitidas. Esto ayudaba a fomentar la introspección y la conexión espiritual con Dios.
3. Clausura total: Las monjas vivían en estricta clausura, lo que significaba que no podían abandonar el convento ni recibir visitas sin un permiso especial. Para evitar contacto visual con el exterior, las áreas de comunicación estaban protegidas por rejas dobles.
4. Dedicación al trabajo manual: Además de las tareas espirituales, las religiosas realizaban labores como bordado, costura y cocina. Estas actividades no solo ayudaban a mantener el convento, sino que también generaban ingresos mediante la venta de productos elaborados por ellas mismas.
5. Vida austera: Aunque algunos conventos recibían importantes donaciones, las monjas llevaban una vida de extrema austeridad. Las celdas eran pequeñas y sencillas, y la alimentación se limitaba a lo estrictamente necesario Esto representaba un acto de desprendimiento de los placeres terrenales.
La arquitectura del ex convento de Santa Rosa
Otro punto a destacar de este inmueble es el diseño arquitectónico, con muros gruesos, bóvedas de ladrillo y patios centrales rodeados de corredores con arcos, elementos típicos del estilo colonial.
Estas características le han permitido resistir sismos y conservar temperaturas frescas en su interior, cualidades esenciales para su funcionalidad original.
Si visitas Puebla, el ex convento de Santa Rosa es un lugar imprescindible para explorar la historia, la cultura y las tradiciones que definen al estado.