Enclavado en la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, se encuentra un tesoro escondido que ha cautivado a los visitantes en los últimos años en Zapotitlán Salinas.
En este pedazo de desierto se encuentra el municipio de Zapotitlán Salinas, una región dedicada a la minería y que tras la cuarentena por Covid-19 se convirtió en un destino turístico.
La Mina de Don Bayo, es una antigua mina de ónix, hogar de don Leobardo. Su peculiar estilo de vida y la belleza natural de la excavación atraen a multitudes de visitantes durante los últimos años.
Durante 40 años, Don Bayo ha vivido y trabajado en la mina, transformándola en su hogar y refugio. Armado únicamente con cincel y martillo en mano, ha extraído el preciado ónix, una gema semipreciosa que adorna sus paredes y esculturas.
La pandemia de Covid-19 marcó un punto de inflexión en la vida de Don Bayo. Ante la disminución de la demanda de ónix, decidió abrir las puertas de su mina a los visitantes, convirtiéndola en un atractivo turístico singular.
Desde entonces, ha recibido a cientos de personas que buscan una experiencia auténtica y cercana a la naturaleza.
En la Mina de Don Bayo, los visitantes pueden adentrarse en la historia de la minería en la región, conocer el proceso de extracción del ónix y admirar las impresionantes formaciones rocosas que decoran el lugar.
Además, pueden disfrutar de caminatas por senderos naturales y observar la flora y fauna local.
Si bien Zapotitlán Salinas no ostenta el título de Pueblo Mágico, ofrece a los visitantes un sinfín de atractivos para disfrutar.
Su arquitectura colonial, sus calles empedradas y la amabilidad de su gente, lo convierten en un destino predilecto para la exploración.