Al menos desde 2020, a las variantes de chiles en nogada se sumó la versión hojaldrada, que ha tenido una relativa aceptación entre los comensales no solo de Puebla, sino también de la Ciudad de México y otros estados.
Esta versión se suma a otras como los chiles en nogada rellenos de mariscos, los vegetarianos con tofu, con frutos secos, carne de pato y carnero, e incluso a la añeja disputa sobre si el chile debe ser capeado o no.
Quienes los han probado aseguran que el chile en nogada hojaldrado es delicioso, pero en esencia, lo primero que no se aprecia es la tradicional nogada, por lo que se dice que no se trata de un auténtico chile en nogada.
Al respecto, hay que considerar que la receta tradicional u original de los chiles en nogada ha servido para que se creen diversas variantes en torno al platillo barroco por excelencia de la cocina poblana.
Además, a fin de proteger su autenticidad, en el marco de la comida de inicio de la temporada, en julio pasado, el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) entregó el registro de la marca Chile en Nogada Orgullo Poblano al gobierno estatal.
Independientemente de que es reconocido como uno de los platillos emblemáticos de la cocina mexicana, el chile en nogada ya es un Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
En consecuencia, las distintas variantes que han surgido y con seguridad surgirán en los próximos años girarán en torno al nombre, pero lejos de apegarse a la receta tradicional.
Hasta el momento, el chile en nogada hojaldrado tiene una relativa aceptación entre los comensales. En general, en lugar del tradicional capeado, el chile se envuelve en láminas de hojaldre que hacen más crujiente cada bocado, aunque el relleno en esencia es el mismo y se acompaña con la tradicional nogada.
El día de los chiles en nogada
Al margen, hay que considerar que, de acuerdo con los registros históricos y el anecdotario popular, los chiles en nogada fueron preparados y servidos por primera vez como parte de una celebración en honor a Agustín de Iturbide, precisamente en el día de San Agustín, que se conmemora el 28 de agosto.
El emperador Iturbide visitó Puebla en su tránsito a Veracruz el 28 de agosto de 1821, y las monjas del convento agustino de Santa Mónica se los sirvieron.