La Ex Hacienda San Antonio Mazapa es un lugar ideal para pasear, jugar gotcha, montar a caballo, acampar e incluso escuchar historias de fantasmas.
Esta construcción se ubica a 80 kilómetros de Puebla capital, en el municipio de Calpulalpan, Tlaxcala.
La Hacienda San Antonio Mazapa comenzó a construirse en el siglo XVII y a inicios del siglo XX, se estima que la propiedad alcanzó una extensión de 10 mil hectáreas.
Sin embargo, la hacienda perdió su esplendor. Fue objeto de saqueos por parte de ejércitos revolucionarios, buscadores de tesoros y hasta la Reforma Agraria impulsada por el general Lázaro Cárdenas le causó estragos.
Debido a la Revolución Mexicana y la repartición de la tierra la Hacienda San Antonio Mazapa cayó en decadencia, quiebra y abandono.
A pesar del olvido, sus ruinas no han perdido del todo la enigmática belleza del lugar que invita a viajar en el tiempo.
Lo primero que atrapa la atención de los turistas y visitantes es un viejo automóvil abandonado frente a lo que iba ser una majestuosa basílica de estilo neogótico.
La curiosidad que provoca invita a explorar la hacienda que ha perdido sus entrepisos, escaleras, techos, puertas, vidrios de ventanas, vigas, decorados y secciones de muro.
Los espacios que está permitido explorar son la troje, el tinacal, las iglesias, la casa del hacendado, la cocina, el patio principal y el salón de fiestas; además del establo, la caballeriza y las viviendas de los peones. Por la noche, a cierta distancia, se observa una de cientos de murciélagos que vuelan en busca de alimento.
Lugar de leyenda, luciérnagas, magia y misterio
Las ruinas de la Ex Hacienda San Antonio Mazapa, una de las más antiguas del estado de Tlaxcala, esconden historias de fantasmas.
Detrás de su ruinosa hermosura deambulan sombras y siluetas de potentados hacendados, sin gritos ni lamentos desgarradores, cuentan los habitantes de la zona.
La propiedad es inmensa. El actual propietario de la Hacienda de San Antonio Mazapa cuenta que ha habido avistamientos de bolas de fuego. También hay quien asegura haber sido testigo del deambular de ánimas de personas que la habitaron. Una de las historias frecuentes es la de una niña que se aparece a los habitantes y viajeros para pedir un columpio en el patio principal.
En temporada de lluvia –de mayo a agosto–, al caer la noche, la exhacienda se vuelve un lugar mágico por el vuelo de las luciérnagas, cuyo titilar adorna árboles y sembradíos como si fueran parte de un nacimiento navideño. (Con información e imágenes de EL UNIVERSAL Destinos)