Vestigios de dos importantes obras arquitectónicas se encontraron durante las obras de remodelación del Mercado El Alto, en la Zona de Monumentos Históricos de la ciudad de Puebla, realizados por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Se trata de una fuente y un canal para transporte de agua, las cuales amplían el conocimiento sobre el desarrollo urbano y el uso del espacio público en la antigua Puebla de los Ángeles.

La investigadora del Centro INAH Puebla, Adriana Sáenz Serdio, encargada de coordinar el proyecto de salvamento en el lugar, señala que la intervención en el sitio obedeció a su alto potencial arqueológico.

El Mercado El Alto, destacó, es histórico en sí mismo por haberse construido en 1930, y se ubica detrás del complejo arquitectónico del Convento de San Francisco y encima de la que fuera la plazuela del barrio El Alto, uno de los más antiguos de la ciudad.

Sobre los elementos descubiertos, la arqueóloga explica que estos se asocian con la vocación del espacio precedente al mercado contemporáneo, ya que durante siglos fue una plazuela abierta que comunicaba con el antiguo camino de Puebla a Veracruz.

El salvamento arqueológico iniciado en abril pasado, ante las obras de renovación en los cimientos y el drenaje del mercado, permitió hallar un sistema hidráulico del siglo XIX, conformado por un canal de agua de 0.45 m de ancho y una altura aproximada de 0.50 metros.

“Este canal debió abastecer a todo el barrio, transportando el agua desde la ciénaga de los cerros cercanos hasta el Convento de San Francisco”, lo que se evidencia por el hecho de que atraviesa toda la superficie del mercado actual, en dirección noreste-suroeste. Se compone por tabiques unidos con argamasa, una cubierta de lajas y una tubería de barro de 15 centímetros encofrada en su interior.

El segundo de los descubrimientos relevantes fue la base de la primera fuente de la plazuela del barrio, la cual, por asociación de sus materiales cerámicos encontrados, se relaciona temporalmente con el siglo XVIII, dato que será precisado durante el trabajo de gabinete.

Con un diámetro máximo de 9.40 metros en su base, esta fuente está formada de tres niveles: un empedrado que la rodea; dos escalones de cantera que daban a las personas acceso al líquido; y un brocal delimitado por tabiques unidos con argamasa de cal y arena, sobre el cual debieron descansar las paredes de la fuente, las cuales ya no existen.

El cronista David Ramírez Huitrón abunda que los escalones de la fuente también tenían la función de evitar que los animales de carga abrevaran de la fuente y contaminaran el agua.

Los hallazgos de elementos muebles corresponden a tiestos cerámicos y de vidrio, así como huesos de animales que reafirman la existencia de un mercado ambulante que se instalaba en la plaza antes de la construcción del fijo de los años 30.

Actualmente, todos los vestigios arquitectónicos de la fuente y del canal se encuentran registrados y han sido cubiertos para su protección.

Cabe destacar que, en diálogo colegiado entre el INAH, la Secretaría de Cultura estatal y el Ayuntamiento de Puebla, a través de la Gerencia del Centro Histórico y Patrimonio Cultural, se determinó dejar una huella en los acabados finales de las obras para denotar, mediante un contorno, la existencia de la fuente y del canal hidráulico.

Ningún elemento fue dañado por las obras ya que el proyecto de remodelación se modificó a raíz de los descubrimientos del equipo de especialistas, formado por el doctor Sergio Suárez Cruz, aval académico del salvamento; la arquitecta Elisa Vázquez Camargo y la estudiante de historia Rosa Ávila Mauro.

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