Los desayunos que se preparan en la Sierra de Puebla tienen una gran aceptación entre la población residente, pero sobre todo entre los visitantes locales, nacionales y extranjeros. Y ello se debe, sin duda, a una diversidad de factores que van más allá de la economia.
En primer lugar hay que considerar que en comparacion con el desayuno ligero y en ocasiones magro al que están acostumbradas muchas personas, en la sierra poblana lo primero que los cautiva es el aroma.
Y lo segundo es el sabor de cada uno de sus platillos, que se preparan de manera artesanal, y com productos naturales en su mayoría frescos que les otorga una consistencia especial. Además, por supuesto de variedad y la generosidad con la que son servidos.
Obviamente que no es lo mismo consumir un café de olla, un chocolate o un atole preparado de forma artesanal que los comerciales elaborados con productos derivados de un procesamiento industrial.
Un factor inobjetable es el tamaño de las porciones que se sirven y la frescura, por ejemplo, de elementos complementarios como el pan y las tortillas.
Otros elementos complementarios pero no menos importantes son el ambiente campirano y pueblerino que se aprecia en los municipios de la sierra poblana, ligado a su clima.
Así como el trato cordial de que son objeto todos los comensales. Además que los desayunos se piden y se consumen sin prisa, en una ambiente de completa tranquilidad para disfrutar el sabor y consistencia de cada uno de los elementos que llegan a la mesa.
En la sierra poblana hay de todo para elegir: café de olla, chocolate, jugos, arroz, sopas, frijoles, envueltos, empanadas de queso, huevos en salsa, tlacoyos, quesadillas, molotes, tacos, pan relleno y tortillas hechas a mano. Todo absolutamente tiene un sabor peculiar.
En suma un desayuno de la sierra poblana nos transporta de inmediato al México de antaño, la época que vivieron las generaciones que nos antecedieron en la que se privilegiaba la sazón.