En lo que hoy es el estado de Puebla, anteriormente fue territorio de los cholultecas, tlaxcaltecas y mixtecos, y uno de los centros alfareros más importantes del continente, lo que facilitó la producción de talavera años más tarde.
En esta región se producía la “loza colorada” que se empleaba como utensilio de uso diario y con fines religiosos.
Pero después de la conquista española, los artesanos europeos introdujeron en el continente la producción de la cerámica de mayólica, quienes a su vez la aprendieron de los musulmanes en la antigua península de Al-Ándalus.
La disponibilidad previa de materiales de alfarería en Puebla facilitó el establecimiento de grupos de artesanos provenientes de los talleres de Talavera de la Reina y, con el paso de los años, se transformaría en el centro de producción alfarero más importante de la Nueva España.
A mediados del siglo XVII, los gremios alfareros homologaron la producción de talavera poblana mediante los siguientes lineamientos:
De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), existen registros desde 1550 que comprueban la presencia de loceros en Puebla, sitio que facilitó la producción de la loza y el acceso a la materia prima; además esta urbe novohispana ocupó un lugar comercial estratégico, debido a que se construyó como un punto intermedio entre la Ciudad de México y Veracruz.
El nombre de "talavera" lo recibió por el poblado de Talavera de la Reina, cerca de Toledo, en España. En este sitio, el arte de la cerámica se llevó hasta que se llevó a la Nueva España durante la Colonia. El arte del vidriado y el trabajo con cerámica era desconocido en el "Nuevo Continente" hasta que, a mediados del siglo XVI, maestros loceros españoles se establecieron en Puebla para crear con sus manos y con su imaginación las talaveras más hermosas de toda la Nueva España
La talavera poblana es una loza fina de fama mundial por su decoración con peculiares diseños artísticos. En 1550, artesanos provenientes de los talleres de Talavera de la Reina, Sevilla y Génova se establecieron en Puebla; ahí compartieron sus técnicas e incorporaron el manejo de la arcilla que conocían a los pueblos indígenas. Así buscaron elaborar lozas más ricas que las creadas en Europa. El resultado fue un producto original y al que hoy conocemos como talavera poblana.
Ya para el siglo XVIII, la popularidad de la talavera mexicana era tal que llegó a comerciarse en Guatemala, Santo Domingo y Venezuela.
El 17 de marzo de 1995 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la resolución mediante la cual se otorgó protección a la Denominación de Origen “Talavera de Puebla”. Posteriormente, el 11 de septiembre de 1997 se publicó la Modificación a la mencionada Declaración General de Protección, para quedar simplemente como “Talavera”.
La denominación de origen es la ratificación de los elementos y condiciones que garantizan la producción de un producto autóctono, único en el mundo, y de una larga historia y tradición.
La denominación de origen de la talavera mexicana ampara a toda aquella que se fabrica en los municipios de San Pablo del Monte, Atlixco, Puebla, Cholula y Tecali de Herrera.
Aunque la talavera se emplea en utensilios de cocina, floreros y figuras decorativas, también se puede encontrar como decoración de las fachadas de edificios en las ciudades de Puebla o México. Sin embargo, el mejor uso que se le puede dar a esta bella cerámica es para servir los platillos tradicionales de la gastronomía de México.
Para poder realizar una pieza de talavera, el proceso de elaboración tarda varios días y pasa por una serie de etapas.
El primer paso es combinar arenas negras y blancas con agua en unas tinas, para eliminar por completo cualquier tipo de impurezas, desde rocas hasta raíces.
La masa que sale de esta mezcla se pasa a contenedores en forma de canaletas y con los pies se amasa.
Durante este proceso se filtra el agua y se reduce el material hasta en un 50 por ciento. Ya cuando la masa queda moldeable, los artesanos la pasan al torno para darle la forma que desean.
Posteriormente, dejan secar la pieza por unos días, para después meterla al horno a unos 850ºC. Entonces queda lo que es el jahuete, que en náhuatl significa galleta. Antes de comenzar a pintar, la pieza debe ser bañada en una mezcla de arena sílica, piloncillo y estaño.
Esta composición es la que sirve para cristalizar el jahuete. Cuando ya está seco, el artesano debe utilizar toda su creatividad para pintar los diseños en la pieza.
Existen una gran cantidad de productos fabricados con talavera: azulejos, vajillas, macetas, mosaicos, platos, entre otros.
Cabe señalar que los materiales que se usan para producir las piezas de talavera son totalmente naturales, pues las pinturas con las que se decoran las talaveras son hechas de minerales naturales y sólo son cinco los colores utilizados en estas artesanías.
El color amarillo se recupera del antimonio, el verde se extrae del cobre, el naranja sale de la amantita, el óxido de hierro produce el color negro, y del óxido de cobalto se hace el color azul, el más importante y característico de las talaveras.
No siempre es posible encontrar en México el óxido de cobalto, por lo que se tiene que importar de África o Alemania, haciendo que las piezas pintadas en azul incrementen su precio.
Como ya se mencionó, los materiales utilizados para elaborar las talaveras son naturales, incluso los pinceles los hacen los mismos artesanos con pelo de yegua o barba de chivo. Esto es porque los pinceles normales no cargan bien los minerales de donde se extraen los colores. Cuando el diseño está pintado, la pieza vuelve al horno con una temperatura de 1200ºC. Al salir, la talavera está lista para ser admirada y adquirida por nacionales y extranjeros.
En diciembre de 2020, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), entregó de la certificación de declaratoria de la talavera como Patrimonio Intangible de la Humanidad.
Ya en marzo de 2018, España y México presentaron una candidatura conjunta para que la cerámica que se fabrica en las ciudades de Talavera de la Reina y Puebla formaran parte de la lista de Patrimonio Mundial, que sería evaluada por la Unesco en 2019.
La candidatura se presentó oficialmente por España ante la UNESCO antes del 1 de febrero de 2019, para que fuera estudiada y evaluada por Comité de Patrimonio Mundial de 2020.
La cerámica de talavera se caracteriza por su fondo de color lechoso, que luego se decora en colores metálicos, entre los que destaca el azul. La talavera está regida por la norma mexicana NOM-132-SC-F1-1998, Talavera especificaciones, que contempla tres tipos de piezas: azulejos, contenedores de alimentos y bebidas y piezas de ornato.
Con esta denominación se consolida un fuerte vínculo cultural que se ha mantenido vivo a través de los siglos, entre los sitios que hoy comparten la declaratoria.
Aunque las técnicas de la alfarería han evolucionado en México y en España, en particular con la utilización de tornos eléctricos, los procedimientos de fabricación, esmaltado y decoración de este tipo de cerámica siguen siendo artesanales e idénticos a los practicados en el siglo XVI.
El origen de la talavera poblana se remonta a los primeros años de la Conquista, cuando se dio continuidad a las técnicas de alfarería indígenas. Poco a poco el proceso de refinación de la ornamentación novohispana demandó la importación de mayólica (loza común con esmalte metálico).
Fue entonces cuando la talavera mexicana adquirió alma propia en proceso gradual. En un inicio recibió una importante influencia indígena, a la que se sumó la influencia de los trabajos importados de China y Medio Oriente.