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Puebla tiene la zona arqueológica más grande de todo México

Se trata de Cantona, misma que abarca más de 453 hectáreas y donde habitaron más de 90 mil personas

La antigua metrópoli de Cantona representa una experiencia inigualable que todo aventurero debe realizar al menos una vez | Foto: Agencia Es Imagen para El Universal Puebla
15/07/2023 |11:20
Alejandro Villegas
RedactorVer perfil

La zona arqueológica de Cantona es la más grande de México y se encuentra en Puebla.

Está ubicada al noreste de la capital poblana, entre los municipios de Tepeyahualco y Cuyoaco. En la actualidad cuenta con un Museo de Sitio.


La historia de la zona arqueológica más grande del país

En realidad, Cantona es una ciudad que, de acuerdo con los especialistas, fue abandonada antes de la llegada de los españoles al continente.

En su portal, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) informa que: “se trata de antigua metrópoli asentada sobre un malpaís (campo de lava con una superficie escabrosa y árida), pero su población lo habilitó en unidades habitacionales rodeadas por muros periféricos”.

Se conocen al menos 2 mil 700 unidades habitacionales en la parte sur, la zona más estudiada, y se calcula que en su momento de mayor ocupación llegó a contar con alrededor de 7 mil 500, donde residían poco más de 90 mil personas.



También se refiere que uno de sus atractivos peculiares son los vestigios del juego de pelota que se practicaba en la era prehispánica.

El INAH estima que Cantona “tuvo su mayor apogeo cultural entre el 350 a.C. y el 550 d.C. Después del año 600 d.C. su población creció de manera significativa, y en esa época, hasta el 900, fue la ciudad más grande e importante del Altiplano Central”.

Precisa que, al momento, “se ha explorado y habilitado la porción sur de la ciudad, que abarca buena parte del centro cívico y religioso principal, algunas calles, plazas cerradas con pirámides y seis juegos de pelota, así como unidades habitacionales tanto para la élite como populares”.

La historia de los hallazgos localizados en la zona arqueológica de Cantona, está ligada en gran medida al arqueólogo Ángel García Cook, investigador emérito del INAH, quien falleció en el año de 2017, a la edad de 79 años.

Desde 1993 se dedicó al estudio de Cantona, a la que describió como “una ciudad enorme, ubicada al pie de una loma, de 453 hectáreas, con numerosas estructuras y donde se han encontrado 27 juegos de pelota”.


Refirió que la población, al parecer de clase media y alta, vivía en unidades cerradas que se comunicaban por calles construidas. Tuvo una vida larga que empezó en el año 1000 a.C. y llegó hasta el 900 d.C.

Resaltó que dependió en gran medida de la producción de obsidiana. Un elemento que a la fecha prevalece en la economía de la región.


Museo de Sitio de Cantona

Tras la apertura al público de la zona arqueológica de Cantona, en 1994, se hizo indispensable la construcción de un Museo de Sitio, que se inauguró en octubre del año 2012.

El Museo de Sitio de Cantona alberga el resultado de dos décadas de investigación arqueológica.

“La selección de piezas, recuperadas en las diversas temporadas de excavación, consta de restos óseos de animales de la región y foráneos que sirvieron como alimento y, en algunos casos, como ofrenda; elementos arquitectónicos que decoraron algunos de los edificios de la ciudad; diversos implementos usados en la vida cotidiana y ritual, como puntas de proyectil, cuchillos y navajas; piedras de molienda, grandes ollas para almacenar granos y agua, ollas y patojos con muestras de haber sido empleados en la cocción de alimentos, así como herramientas utilizadas en la preparación de la fibra de ixtle”.



¿Cómo llegar a Cantona?

Para llegar a la zona arqueológica de Cantona, desde la ciudad de Puebla, hay que tomar la autopista 150, México-Veracruz y en Amozoc seguir la carretera 129, Puebla-Teziutlán.

Al llegar a Oriental, tomar la carretera a Tepeyahualco, desde donde entronca el camino a Cantona.

En suma, Cantona aún tiene un vasto legado por ser descubierto y visitarlo representa una experiencia inigualable que todo aventurero debe realizar al menos en alguna ocasión.