El 3 de mayo se celebra como el Día de la Santa Cruz y de los constructores. Esta tradición religiosa se refleja a nivel nacional en todos los sitios donde se construye una obra, sin importar sus dimensiones.
Y esto, año tras año, conlleva a que, además de la tradicional misa, en muchas de las construcciones se organicen por parte de los patrones festejos y comilonas.
La fiesta de los albañiles, en la que cruces confeccionadas con todo tipo de materiales, son adornadas con flores y listones, entre otros aditamentos, y llevadas a bendecir.
Incluso hay quienes conservan durante años esa cruz en sus casas, como un elemento de adoración o recuerdo de cuando fueron erigidas.
En términos generales, la celebración se instituyó en el siglo IV y se originó en Jerusalén. El pagano Constantino tenía que enfrentar una batalla contra Majencio. La noche previa a la batalla, Constantino tuvo un sueño donde vio una cruz luminosa que flotaba en el aire y escuchó una voz que le dijo: “con este signo vencerás”.
Antes de empezar la batalla, Constantino mandó colocar la cruz en varias banderas de los batallones, y exclamó: “Confío en Cristo, en quien cree mi madre Elena”. La victoria fue suya y con el paso del tiempo Constantino se convirtió en emperador.
Santa Elena, madre de Constantino, viajó a Jerusalén en busca de la cruz en la que murió Cristo. Encontró tres cruces, pero solo una de ellas era la verdadera. Le pidió a una mujer enferma que las tocara una a una, y al tocar la verdadera, se curó.
Y así surgió la conmemoración de la Santa Cruz, que con el paso del tiempo se relacionó con el oficio de la albañilería y más tarde con la industria de la construcción.
Esto llegó a tal grado que, durante algún tiempo, una empresa cementera se dedicó a organizar una magna celebración para los albañiles.
En la actualidad, organizaciones empresariales organizan eventos especiales e incluso concursos para reconocer la mejor cruz.