En el municipio de San Salvador Huixcolotla, con una población de 16 mil 790 personas, hay decenas de talleres familiares que se dedican a una de las artesanías más hermosas de México, la elaboración del papel picado en variedad de colores.
Estos hilos o tiras de papel picado no solo adornan los salones de eventos sociales o plazuelas de las comunidades, también escuelas, atrios de iglesias, calles de los Pueblos Mágicos del país, presidencias municipales y los altares en el Día de Muertos, entre muchos otros espacios.
Para la celebración de Día de Muertos, los colores que los artesanos de Huixcolotla emplean son negro, morado, naranja y blanco con diseños de catrinas, calaveras, criptas y hojaldras.
Así se hace el papel picado
Para obtener los pliegos de papel picado, los artesanos de Huixcolotla aplican la misma técnica que sus ancestros les enseñaron desde hace ya poco más de 150 años y que transmiten de generación en generación.
Además de la paciencia, ingenio, dedicación y sensibilidad, el artesano usa como herramientas el martillo, el cincel y gubias de todos los tamaños y curvas para plasmar en las hojas de papel china toda su creatividad.
Primero se cortan 100 hojas de papel china en tamaño promedio de 20 por 30 centímetros, luego se coloca encima el molde del diseño que se va a realizar y un plástico transparente.
El paquete de hojas se coloca sobre una base de plomo y las cuatro esquinas se engrapan o aseguran para que no se muevan al momento de usar el cincel con el martillo, ya que cada golpe deberá ser con fuerza para que atraviese todas las hojas y los cortes comiencen a dar forma al diseño.
Cuando terminan de cortar el diseño, los artesanos separan y empacan las hojas en bolsas, listos para su venta.
Para hacer los hilos o tiras, las hojas se separan una a una y se pegan en los hilos de rafia. Cada hilo mide cinco metros de largo. Las hojas también pueden ser de plástico o papel metálico.
Para los artesanos de Huixcolotla, el trabajo es todo el año, siendo las temporadas de mayor venta durante las Fiestas Patrias, Día de Muertos y Navidad.
Historia del papel picado
No existe una fecha precisa sobre cuándo los pobladores de Huixcolotla se hicieron artesanos del papel picado, pero entre las personas con más años de edad corre la versión que hace mucho tiempo un hacendado de la región iba a celebrar el cumpleaños de su hija muy amada.
Para recibir a sus invitados ordenó a los peones cortar papel de colores para adornar la hacienda y el decorado fue tan halagado por sus invitados que así se repitió en cada fiesta que ofrecía.
Poco a poco se fue perfeccionando la técnica, de tal manera que el corte después fue con tijeras, al grado de ahora emplear cinceles y en el caso de quienes se han industrializado usan suajadoras.
En 1930, el papel picado de Huixcolotla se comenzó a vender en otras partes de Puebla y Tlaxcala. Fue en 1940 cuando un grupo de artesanos de este municipio poblano que elaboró el adorno para el Auditorio Nacional comenzó el reconocimiento del municipio de Huixcolotla como la cuna del papel picado.
Para los años sesenta se empezó a comercializar en la Ciudad de México, convirtiéndose en una artesanía reconocida no sólo a nivel nacional y con exposiciones de papel picado en Estados Unidos y en Europa.
Con el apoyo de la Secretaría de Turismo y de Cultura del Estado, el 22 de septiembre de 1998, el ejecutivo del Estado de Puebla emitió un Decreto que declara “Patrimonio Cultural del Estado de Puebla” a la artesanía del papel picado a mano, que se elabora en el municipio de San Salvador Huixcolotla.
Hoy, las tiras de papel picado, con un costo promedio de 200 pesos y las enramadas o pliegos de papel a 50 pesos por 100 piezas, no solo se comercializan en mercados municipales, centrales de abasto y papelerías, sino también por medio de redes sociales y aplicaciones de mercadeo para llegar a todo el país y más allá de sus fronteras.