Puebla alberga tesoros naturales que vale la pena descubrir. Desde cascadas imponentes hasta manantiales cristalinos, estos lugares ofrecen experiencias únicas para los amantes de la naturaleza.
Sin embargo, también esconde destinos poco conocidos que incluso son considerados paraísos vírgenes, donde sus ecosistemas se encuentran intactos y sin presencia humana.
Cascada de Atexcaco
En la sierra nororiental de Puebla, cerca de Hueyapan, se encuentra un refugio que no ha sido tocado por el hombre, lleno de una rica biodiversidad de flora y fauna. Este sitio es conocido como Hueyapan, que en náhuatl significa "Sobre el agua grande", y es famoso por sus cascadas, ríos, miradores y otros encantos naturales.
La Cascada de Atexcaco, está ubicada a 2 kilómetros de la cabecera municipal y es un ejemplo notable. Esta caída de agua, de menos de 10 metros de altura, es meticulosamente conservada por los habitantes locales, y sus aguas son notoriamente frías y transparentes.
Cascadas San Agustín Ahuehuetla
En el municipio de Huehuetlán El Grande, la comunidad de San Agustín Ahuehuetla guarda un tesoro natural conocido como "El Aguacate”.
Este hermoso ojo de agua debe su nombre a la cercanía con una comunidad del mismo nombre, y es un paraíso oculto que cautiva a quienes tienen la oportunidad de explorarlo.
A medida que te acercas, el paisaje se transforma en un espectáculo de ahuehuetes y riachuelos de agua cristalina que adquieren tonos esmeralda cerca de las cascadas.
Para llegar a estas cascadas, se debe caminar entre 30 y 40 minutos, ya que no hay acceso vehicular directo. El costo de entrada a la zona es de 50 pesos por persona. Es posible nadar en las pozas, aunque se recomienda el uso de salvavidas para mayor seguridad.
Cenote de la Gruta Ateno
El cenote de la Gruta Ateno, ubicado en la Sierra Norte del estado de Puebla, es una maravilla natural donde se puede disfrutar de aguas azul turquesa rodeadas de estalactitas y estalagmitas dentro de una formación rocosa. Además, cerca de este sitio se encuentra el Puente Ateno y su río, ideal para relajarse y disfrutar de la naturaleza.
En este sitio, puedes explorar dos grutas que se han formado a lo largo de miles de años en un entorno virgen: la Gruta de Santa Elena y la Gruta de Ocotzoltepétl, esta última con pasadizos subterráneos de aproximadamente 200 metros de profundidad.
Cascada La Morena
Ubicada a tan solo dos horas y media de la ciudad de Puebla, en Huachinango se encuentran las cascadas La Morena, un lugar virgen que en 2021 abrió sus puertas al turismo.
Esta cascada se encuentra a lo largo de un sendero rodeado de exuberante vegetación y un jardín repleto de flores. Este sitio mágico está ubicado a tan solo 10 minutos del Pueblo Mágico de Huauchinango.
Cascadas de Puxtla
Las Cascadas de Puxtla, ubicadas en el Pueblo Mágico de Tlatlauquitepec en Puebla, también conocidas como "la del siete", se encuentran en el kilómetro siete de la carretera Tlatlauquitepec-Mazatepec. La cascada principal tiene una caída de aproximadamente 70 metros, además de dos caídas adicionales de unos 40 metros de altura.
Acceder a estas cascadas implica recorrer un sendero casi virgen que permite admirar la flora y fauna local, como armadillos, tejones y halcones. Este rincón escondido de belleza natural cerca de Cuetzalan ofrece una piscina natural formada por la caída de agua, perfecta para nadar y relajarse, rodeada de exuberante vegetación.
La Taza de Chilac
Entre los límites del municipio de San Gabriel Chilac, en la comunidad de San Francisco Altepexi, se encuentra el manantial conocido como "La Taza de Chilac", también llamado Ojo de agua. Este lugar ha ganado popularidad por ser un espacio de esparcimiento natural, donde el flujo constante de agua cristalina transcurre sin intervención humana.
La Taza de Chilac es considerada un destino turístico, donde tanto lugareños como visitantes acuden para refrescarse y disfrutar de la belleza natural que lo rodea. San Gabriel Chilac, ubicado en la región de la Mixteca Poblana, debe su nombre al náhuatl que significa "Donde abundan los caracolitos", debido a la presencia de caracoles petrificados en la región.
