Construído entre 1544 y 1570, el Convento franciscano de San Miguel Arcángel en Huejotzingo tiene un estilo entre plateresco y mudéjar, además de contar con uno de los pocos retablos del siglo XVI que quedan en México, obra de Simón Pereyns.
Su estilo plateresco se expresa en el contraste de amplios espacios lisos con reducidas áreas ornamentadas, como es el caso de la fachada lateral, cuya puerta rodea una prolija decoración que evoca hojas y cardos.
En tanto que su estilo mudéjar se manifiesta sobre todo en la forma conopial del arco de la puerta mayor. En el interior destaca el retablo central, uno de los pocos del siglo XVI que se conservan en México, obra del artista flamenco Simón Pereyns.
De la misma manera, resalta el pétreo decorado de la puerta de la sacristía, que forma una malla cuajada de flores. Igualmente notorios son dos emblemas franciscanos: el escudo de las cinco llagas del Señor y el cordón rematado por flecos.
En el atrio de este templo, conviene detenerse a ver las capillas posa (en las esquinas del gran espacio, donde se iban deteniendo las procesiones), construidas hacia 1550.
Este convento fue inaugurado en 1981, como el Museo de la Evangelización y reinaugurado en 1985, con motivo de una nueva museología.
La intención de este recinto cultural es la de ofrecer al visitante un acercamiento al proceso de evangelización del centro del país, así como un panorama de los bienes que pertenecieron a este templo franciscano.
La exposición permanente del museo se compone de pilas bautismales, retablos, pinturas, textiles y objetos utilizados en las ceremonias religiosas.
De entre las piezas más emblemáticas destaca una célebre pintura al fresco con las figuras de los primeros 12 franciscanos que llegaron a la Nueva España en 1524, encabezados por fray Martín de Valencia.
Considerado el productor número uno de sidra en el estado y el país, Huejotzingo, elabora con orgullo esta bebida que no puede faltar en las festividades navideñas desde los años 20 del siglo pasado.
Se trata de una bebida alcohólica fabricada con el jugo fermentado de la manzana o de la pera de baja graduación que varía entre el 2 % hasta un máximo del 8 % en volumen.
Y del 28 de noviembre al 31 de diciembre se llevará a cabo en este municipio, la ya tradicional Feria de la Sidra, en la que participarán 23 productores locales de esta bebida.
Édgar Aguilar Teyssier, director general de Educación, Cultura y Turismo de Huejotzingo, señaló que la inauguración de la feria, así como la iluminación y encendido del árbol navideño, se llevará a cabo el 28 de noviembre a las 18:00 horas.
Cabe señalar que en Huejotzingo, un municipio cercano a la falda de la sierra Nevada, familias enteras han ido compartiendo de generación en generación, la pasión para elaborar sidra, en algunos de los casos, de una manera artesanal y con los métodos que aprendieron desde el siglo pasado.
La palabra Huejotzingo o Huexotzinco, está compuesta por los vocablos nahuas ahuéxotl, ahuejote o sabino, el árbol; tzin, diminutivo, y co, lugar, que en conjunto significan “en el ahuejotito” o “lugar de los pequeños sabinos”.
El nombre de esta población está emparentado con el de Huexotla (“donde los ahuejotes”), ya que Huexotzinco es su equivalente diminutivo.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), señala que el valle de Huejotzingo fue corredor y asiento de diferentes culturas, se cree que grupos humanos han habitado este lugar desde hace más de mil 500 años.
Al llegar la influencia olmeca, comenzó a desarrollarse la agricultura en el valle. Predominaron en esta región las etnias olmeca-xicalanca y tolteca-chichimeca, fundadoras de los señoríos de Huejotzingo y Cholula.
Estos grupos dominaron el área entre los años 600 y 1292. Ambos pueblos llegaron al paraje siguiéndose unos a otros, pero tomando diferentes rumbos. Asentado el señorío en el valle, llegó a ocupar y dominar una gran extensión territorial del actual valle poblano-tlaxcalteca.
El centro ceremonial y religioso de los huexotzincas se encontraba a las faldas de los volcanes, entre las barrancas, las cuales usaron como fortaleza natural para protegerse de los constantes ataques de sus vecinos.
Aunque su extensión territorial llegaba más allá del actual Atlixco, el señorío se dividió en cuatro cabeceras de igual importancia, muy cerca unas de otras, quizá para tener mayor dominio sobre todo el señorío conquistado: la principal fue Tecpan-Huexotzinco, localizada en la barranca que divide las actuales poblaciones de Santa María Teopanzolco y San Miguel Tianguizolco, mientras que las otras, Xaltepetlapa, Almoyohuacan y Ocotepec, rodeaban la sierra.
Existieron otras cabeceras de menor importancia como Chiautzingo, Tzecalacoayan y Teotlaltzingocomol, independientes al igual que las anteriores, localizadas al norponiente de la actual población.