Hace unos años, el entonces gobernador de Puebla, Mario Marín, se ganó el sobrenombre del "góber precioso", debido a su participación en la detención y tortura de la periodista Lydia Cacho. Dicho escándalo hoy lo tiene en la cárcel.
Pero Mario Marín no fue el primer gobernador polémico que tuvo Puebla. Podemos considerar a Mucio P. Martínez, como el primer "góber precioso" del estado; su periodo de gobierno duró 18 años, comprendió el periodo de 1893 a 1911.
Cuando Francisco I. Madero visitó Puebla como parte de su campaña presidencial, el 15 de mayo de 1910, el candidato antireleccionista congregó a miles de poblanos, que se entusiasmaron con la idea de un cambio de régimen.
Como respuesta, Mucio P. Martínez señaló lleno de ira: “Los antirreleccionistas saben cómo hacer manifestaciones; y yo sé cómo hacer para que no haya antirreleccionistas. Los voy a acabar a punta de cabronazos...”.
Un Porfirio Díaz en chiquito
Mucio P. Martínez puede ser considerado como un Porfirio Díaz en chiquito. Se destacó por su autoritarismo, pero tuvo un gobierno poco eficiente y con pobres resultados.
La historia de su llegada a la gubernatura se debió gracias a que había sido colaborador cercano del general Díaz durante la guerra de intervención francesa.
Aunque era originario de Galeana, Nuevo León, Mucio P. Martínez se avecindó en Puebla capital después de la guerra, y logró combinar acertadamente sus negocios comerciales con su carrera militar.
Cuando Porfirio Díaz se reeligió por vez primera en 1884, Martínez alcanzó el grado de general. Su amistad con el caudillo le permitió establecer relaciones con los sectores conservadores y moderados, con los terratenientes y los empresarios.
Don Mucio tomó posesión como gobernador el seis de enero de 1893, cuando el régimen porfirista estaba prácticamente consolidado.
Ocupó la gubernatura de Puebla cuando rebasaba el medio siglo de vida y lo dejó, obligado por la Revolución Mexicana, al cumplir los setenta años de edad.
Su desempeño fue mediocre y aunque muchas empresas textiles se establecieron dentro del estado, lo hicieron gracias a las políticas fiscales del gobierno federal y no precisamente al impulso local, narra el sitio WikiMéxico, especializado en historia.
Sus colaboradores cercanos, incondicionales y serviles a la dictadura, se enriquecieron desde lo alto de los cargos públicos. Con el tiempo la verdadera y única tarea del gobernador fue la de mantener el orden a toda costa.
Mucio Martínez no toleraba ningún tipo de disidencia. Tenía fama de autoritario y se le conocía ampliamente por sus métodos represivos de persuasión.