Pocos personajes tan polémicos en la historia de Puebla como el general Maximino Ávila Camacho.
Fue gobernador de Puebla pero se comportaba como si fuera un rey, con excesos y arrogancia.
Nació el 23 de agosto de 1891 en Teziutlán. Fue hijo de Manuel Ávila Castillo y de Eufrosina Camacho. Tuvo otros dos hermanos, ambos menores que él: Manuel y Rafael.
Los tres hermanos hicieron carrera militar. En la historia de México destacan, por razones muy diferentes, los nombres de Manuel y Maximino.
Ambos fueron combatientes en la Guerra Cristera, sin embargo mientras Manuel mantuvo una postura más negociadora, Maximino acostumbraba incendiar las localidades rebeldes y fusilar a los prisioneros.
De carácter ególatra y narcisista, Maximino Ávila Camacho dio su cariño y devoción a su adorada mascota, a quien cuidaba como si fuera su hijo.
Se llamaba Chacho y era un enorme león africano. El general Ávila Camacho pudo optar por un perro, un gato, un ave exótica... pero ninguno de esos animales reflejaban su temperamento y eligió al llamado "rey de la selva" como su compañero.
El general Maximino mandó construir una jaula para el solaz esparcimiento de su felino y con él se revolcaba -fiera con fiera- jugando a las luchas: era su máxima adoración.
Una mañana, Chacho amaneció muy enfermo. A petición de Maximino, intervino el doctor Manuel Cano que sin ser veterinario advirtió que el animal agonizaba por lo que recomendó el diagnóstico y cuidados del veterinario Atanasio Zafra.
Tristemente Chacho, el león, murió a los pocos días. El veterinario y el médico temieron lo peor, pues eran conocidos los ataques de ira y venganza del general Maximino.
A pesar de su temor, el doctor Cano confrontó al general y cuando éste le preguntó quién era el culpable de la muerte de su adorado, respondió con honestidad.
"Con todo respeto, el único culpable de la muerte de su león, es usted, mi general" -dijo el doctor.
"Tanto le daba de comer, privándole del ejercicio que por naturaleza deben realizar estas fieras, que su estado sedentario llenó de grasa su corazón hasta convertirlo en un león con problemas cardiacos."
El gobernador de Puebla cambió ssu ira por desconcierto y tristeza. Y abandonó a los dos médicos, quienes lograron evitar la furia de la verdadera fiera salvaje.
Con información de Wikiméxico, sitio de historia de México