El municipio de Teziutlán alberga un sinfín de leyendas, pues esta región estuvo habitada en la época prehispánica por comunidades nahuas, totonacas, otomíes y mazatecos, también -probablemente- por grupos olmecas y toltecas.

Una de las historias más famosas  que es contada por todos los pobladores es la referente a “La Cueva del Tiempo”, una misteriosa gruta que alberga innumerables riquezas, pero está habitada por terribles "criaturas". El nombre de Teziutlán, viene del náhuatl que significa "lugar junto al cerro lleno de granizo”. La Perla de la Sierra, como también es conocido, se encuentra entre Veracruz y Puebla, razón por la que es uno de los destinos turísticos más importantes del estado.

Uno de los tesoros naturales que se encuentra en este poblado y que muy pocos conocen es la "La Cueva del Tiempo”, un recóndito lugar rodeado entre de espesa niebla, montañas y árboles que ocultan, a simple vista, su entrada.

La Cueva del Tiempo se sitúa en el cerro Ozuma, cuya altura es de 2400 metros sobre el nivel del mar, en donde hay cuevas de distintos tamaños y profundidades.

La leyenda de Silverio y la Cueva del Tiempo en Teziutlán

Aquí es donde comienza la historia de un hombre conocido como Silverio, quien vivió en el pueblo durante 1800 y la razón por la cual el cerro fue nombrado como la Cueva del Tiempo.

Esta historia aparece en el Libro Leyendas y Mitos de Puebla de Salvador Momox Pérez y comienza así:

Silverio vivía en Teziutlán en el año 1800, él era un joven muy talentoso y trabajador, pero no conseguía que le dieran la oportunidad que necesitaba para salir adelante y triunfar en la vida, ya que existían muchas dificultades económicas y sociales que se convertían en obstáculos. Ante la desesperación, Silverio, decidió encontrar la Cueva del Tiempo en el Ozuma, pensando que ese sitio estaba lleno de oro y así cambiar su destino. A pesar de que se creía que este lugar estaba lleno de riquezas, nadie se había atrevido a entrar allí antes, pues los pobladores sabían que era un lugar peligroso.

De acuerdo con Salvador Momox Pérez, quien escribió esta leyenda, a Silverio le advirtieron que no debía permanecer en la cueva antes del amanecer, pues podría quedar atrapado para siempre.

Aun así, Silverio comenzó a recorrer la cueva y, según la leyenda, el fuego de su antorcha reveló una serie de criaturas tenebrosas que se formaban en las paredes de la cueva, pero eso no impidió que llegara a encontrar un tesoro lleno de oro y joyas.

Después de tanto pensar, Silverio concluyó que debía llevarse cuanto más pudiera, pero que no resultara una enorme carga, ya que tenía que transportarlas hasta su casa. Ató con un lazo los objetos que se llevaría, pero el cansancio terminó por vencerlo y se quedó dormido. Al despertar, se dio cuenta de que estaba cubierto de polvo, pero se limpió todo y se puso de pie para emprender su camino.

Mientras caminaba, notó que las piernas y la espalda le dolían, pero finalmente llegó a la entrada de la cueva y logró ver el pueblo desde lejos. Lo que vio lo dejó sorprendido, ya que el lugar estaba lleno de construcciones extrañas que no recordaba y al llegar al pueblo notó que todo estaba muy cambiado.

Al preguntar por su casa, la gente le dijo que sus padres habían muerto años atrás y, después de buscar a sus amigos, se dio cuenta de que habían pasado muchos años y que él sé que había quedado atrapado en la cueva por no querer abandonar las riquezas que ocultaba.

Los pobladores dicen que la cueva existe realmente y es una de las muchas del cerro Ozuma, aunque nadie ha podido encontrarla.

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