El uso del humidificador para dormir, así como a lo largo del día, puede ser benéfico para algunas personas y contraproducente para otras. En general, todo depende de las condiciones físicas y enfermedades que pueda padecer cada persona.
La humedad del medio ambiente es un factor fundamental para optar o no por dormir con humidificador. Generalmente, en localidades secas o con calor extremo, las fosas nasales de las personas permanecen resecas y pueden presentar grietas.
En consecuencia, esto puede llevar al médico tratante a determinar la conveniencia de que la persona afectada duerma con un humidificador.
En términos generales, cuando el grado de humedad es inferior al 50-60 por ciento, las vías respiratorias se resecan, generando problemas respiratorios que pueden derivar en enfermedades como el asma, las alergias o la rinitis seca. También se pueden sufrir sangrados espontáneos de nariz, notar la piel seca, tos seca y labios agrietados.
En estos casos, es importante seguir las instrucciones del fabricante y programar el humidificador para garantizar un grado de humedad durante toda la noche del 50 al 60 por ciento. Se debe utilizar agua destilada y realizar regularmente una limpieza de los filtros y cambios de agua para evitar la proliferación de bacterias.
Un caso especial es el de las personas que padecen alguna alergia, que puede agravarse debido a la humedad ligada al uso del humidificador.
En todo caso, lo recomendable es no determinar el uso de un humidificador por moda o recomendación, sino hacerlo bajo la supervisión y consejo de un especialista, quien, a partir de las condiciones físicas y padecimientos de cada persona, así como de su entorno social y familiar, concluirá si es adecuado y recomendable el uso, y bajo qué condiciones, horarios y períodos de tiempo.