La ciudad de Puebla es reconocida por su belleza arquitectónica, pero uno de los elementos que enaltece a sus plazas o jardines son las fuentes: hermosas esculturas que tienen historia y son admiradas por pobladores y visitantes.
Un importante número se localiza en el primer cuadro de la ciudad, pero bien vale la pena salir unas cuantas calles del Centro Histórico para conocer otras pilas.
Todas lucen elementos naturales como cantera o mármol, los cuales son resaltados en las noches con sistemas de iluminación que permite apreciar los chorros de agua en aquellas que se les da constante mantenimiento, y adornos como leones, macetas, ángeles o muñecos.
En el zócalo de la ciudad se puede admirar esta fuente dedicada al arcángel San Miguel, y fue inaugurada el 23 de junio de 1777.
Fue diseñada por Juan Antonio de Santa María de Inchaúrregui y esculpida por los maestros Anselmo Martínez y José Francisco Rabanillo, quienes hicieron posible crear una columna de piedra que sostiene en la parte alta al arcángel San Miguel, mientras que alrededor de sus pies lo sostienen cuatro ángeles.
En este pintoresco barrio luce la pila con una base que tiene diseño de una flor de ocho pétalos; en el centro se levanta una columna que sostiene una base con ángeles, desde donde brotan los chorros de agua.
A una calle del Barrio del Artista se encuentra el Teatro Principal, el más antiguo en América Latina, en cuya explanada posa una fuente; que en comparación con las anteriores no tiene tantos elementos de ornato, pero en dimensiones es más grande y hace juego perfecto con la fachada del teatro.
En este mercado de artesanías, además de sus bancas de piedra, a mitad del mercado lineal posa una fuente construida en el siglo XVII, y que los comerciantes le agregaron la escultura de San Sebastián de Aparicio, en 1960.
Quienes concurren este mercado son en su mayoría visitantes nacionales e internacionales, que no pierden la oportunidad de tomarse una fotografía teniendo como fondo la figura de este fraile franciscano que posa con las manos extendidas y la mirada dirigida al cielo.
Metros más adelante del Teatro Principal, sobre el Paseo de San Francisco, donde se dio origen a las chalupas poblanas, está la fuente de Los Leones, la cual se distingue perfectamente de las demás por estar forrada con mosaicos de talavera.
En este pequeño parque la belleza se complementa con bancas, escalones y arcos adornados con la tradicional talavera poblana, con los tonos azul, blanco y pequeñas pinceladas en color amarillo.
En la colonia La Paz, a unas cuadras del Centro Histórico se encuentra esta fuente que, según la leyenda refiere que el obispo Julián de Garcés dijo que unos ángeles se le presentaron en sueños y le dieron instrucciones de cómo debía ser diseñada para protección de la ciudad.
Curiosamente en esta fuente no hay figuras de algún fraile, son los arcángeles Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel que desde lo más alto de la ciudad miran hacia los cuatro puntos cardinales, teniendo como base una glorieta que da inicio a una de las calles más bonitas de Puebla, la avenida Juárez.
En 1957 fue creada con concreto armado, pero fue desmontada por en la administración municipal de Eduardo Paredes Moctezuma y la que ahora luce es una réplica de fibra de vidrio.
Para conocer esta hermosa fuente a ras del suelo hay que llegar a la zona de Loreto. Se trata del mausoleo al general Ignacio Zaragoza.
En el cuadrante, adornado con magueyes, la iluminación es hermosa por la noche, lo que permite tomarse bonitas fotografías teniendo como fondo la escultura de Zaragoza a caballo.
Sobre la calle 13 Sur, entre la 5 y 7 Poniente, se encuentra esta hermosa fuente, dedicada al fundador de Puebla, Toribio de Benavente, y a quien los indígenas le llamaban Motolinia.
Se trata de una fuente, labrada por Jesús Corro Soriano, donada por la Colonia Española de Puebla a la ciudad en el Centenario de la Consumación de la Independencia, en 1921.
Al oriente de la ciudad, se encuentra la Fuente de los Muñecos, construida entre 1937 y 1941 y que encierra una hermosa leyenda.
De acuerdo a los vecinos de Xonaca, una niña y un niño salieron a jugar y cayeron a un pozo de la propiedad del general Maximino Ávila Camacho, en su memoria los vecinos edificaron este monumento, del cual refieren que en ocasiones el espíritu de los niños llega a aparecerse en la fuente.
Los vecinos de la calle 22 Oriente y 18 Norte llegan a depositar dulces alrededor de esta fuente, la cual se ha vuelto un sitio turístico que conocen quienes abordan el turibús de la ciudad.