Juan Escutia, Agustín Melgar, Juan de la Barrera, Vicente Suárez, Francisco Márquez y Fernando Montes de Oca son los nombres que en la historia de México se recuerda como los Niños Héroes.
La gesta heroica de los Niños Héroes recuerda la Batalla del Castillo de Chapultepec el 12 y 13 de septiembre de 1847, en la que un grupo de jóvenes cadetes del Colegio Militar se enfretaron al ejército invasor de Estados Unidos.
Desde la primaria se nos enseñó que son seis los Niños Héroes. Sin embargo fueron decenas los jóvenes que combatieron contra los estadounidenses.
Entre los cadetes que combatieron el 13 de septiembre se encontraba Miguel Miramón, un joven nacido en la Ciudad de México, el 29 de septiembre de 1831.
Miramón fue hijo de una familia militar, por lo que desde pequeño se vio interesado por las armas e ingresó al Colegio de Militar en 1846, a la edad de 14 años.
Un año después de su ingreso al Colegio Militar, cuando solo tenía 15 años de edad, Miguel Miramón estuvo a punto de perder la vida durante el ataque al Castillo de Chapultepec, pues fue uno de los jóvenes que no desertó y se mantuvo en el combate.
A las 8:00 de la mañana del 13 de septiembre, el bombardeo cesó y el ejército estadounidense comenzó el ataque. Armados con sus rifles y bayonetas, los jóvenes se mantuvieron firmes. Entre el grupo que defendía las faldas del cerro se encontraba el cadete Miguel Miramón, quien fue herido en el rostro. Estuvo al borde de la muerte a manos de la bayoneta de un militar estadounidense, y sólo la oportuna intervención de un oficial norteamericano impidió que aquel soldado acertara el golpe mortal.
Miramón salvó la vida ese día, fue hecho prisionero de guerra y, posteriormente, liberado.
Su nombre no es recordado como uno de los Niños Héroes del 13 de septiembre de 1847, entre otras razones porque al paso de los años se convirtió en el enemigo más acérrimo de Benito Juárez, al ser uno de los principales conservadores de la época.
Miguel Miramón se convirtió en general y en Presidente, de hecho, fue el Presidente más joven que ha tenido México, al tener solo 27 años cuando asumió el poder en 1858.
Sin embargo, el joven general dejó el poder político y prefirió regresar al campo de batalla, donde combatió contra el gobierno liberal encabezado por Benito Juárez y defendió el imperio encabezado por Maximiliano.
En 1867 Miramón fue sentenciado a morir fusilado junto con Maximiliano y el general indio Tomás Mejía.
Inicialmente, los restos de Miramón fueron enterrados en el Panteón de San Fernando, en la CDMX.
Sin embargo, cuando Benito Juárez fue enterrado en el mismo panteón, Concepción Lombardo, esposa de Miramón, pidió que le fuera concedido trasladar a su esposo a una capilla en la Catedral de Puebla, lugar donde aún descansa.
Con información de Unión Guanajuato