El Día del Niño Perdido se conmemora cada 7 de diciembre, previo a la Navidad, que como muchas otras festividades, ha trascendido su origen religioso y se ha convertido en una tradición popular que los niños y adultos ponen en práctica.
¿Cuál es el origen de esta tradición?
De acuerdo con ACI Prensa, la agencia de noticias católicas, esta bella tradición se basa en el siguiente pasaje del Evangelio de San Lucas (Lc 2, 41-45):
“Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca”.
¿Cuándo inició esta tradición?
Fue en el siglo XVIII, cuando el fraile Junípero de Serra, en plena labor de evangelización en el norte de Veracruz, encontró una forma de unir a los habitantes y transmitir un mensaje religioso y utilizó esta historia para crear una bella tradición.
Es así como desde entonces, cada 7 de diciembre a las 7 en punto de la tarde se escucha un silbato en Tuxpan que anuncia el inicio del rito. A partir de ese momento, las calles de la ciudad se encienden con la luz de velas instaladas por los feligreses para ayudar al Niño Jesús a encontrar su camino de regreso a casa.
¿En qué consiste la tradición del Niño perdido?
Esta tradición consiste en que los niños encienden velas, se colocan en carritos de cartón que van jalando y guiando al niño perdido. Además, muchas velas se colocan a lo largo de las calles para que el Niño Jesús o los niños que se han perdido puedan volver a casa.
¿En dónde se celebra esta tradición?
Esta celebración comenzó en Tuxpan, pero se celebra en Xalapa, Cerro Azul, Poza Rica e incluso en algunos barrios de la Ciudad de México.
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