La conmemoración del Día de Muertos está ligada a la colocación de altares u ofrendas en los hogares, pero no todas las personas lo hacen, lo que lleva a cuestionar qué pasa si alguien no cumple con esa tradición.
En principio, hay que considerar que, si bien la mayoría de los mexicanos profesa el credo católico, en el país también se practican otras religiones.
Además, al tratarse de una tradición normada por los usos y costumbres, en el plano legal no existe sanción alguna para quienes no colocan ofrendas o altares en sus hogares ni participan en los que se montan a nivel comunitario.
En general, la ofrenda del Día de Muertos simboliza una conexión y un recuerdo permanente de los seres queridos que se han adelantado y trascendido a otro plano.
De ahí que, de acuerdo con las creencias populares, el hecho de no colocar una ofrenda se interprete como una falta de conexión con nuestros ancestros y seres queridos que han trascendido. También se dice que, al no contar con una ofrenda, las almas de los difuntos cercanos al hogar no pueden regresar a visitar a la familia, lo cual se percibe como un sentimiento de tristeza y desconexión en el entorno familiar.
Como consecuencia, las almas de los difuntos que en vida amaron a los que hoy continúan vivos se encontrarían tristes y desorientadas al no encontrar un camino tanto para visitar a sus seres queridos como para regresar al lugar donde se encuentran.
En un sentido más amplio, se considera como un desdén hacia las costumbres y tradiciones de México.
Lo importante, en el plano cultural, es considerar que las ofrendas y altares que se colocan en el Día de Muertos simbolizan la conexión entre los vivos y los muertos, al ofrecer a los difuntos un camino de regreso al mundo de los vivos durante la celebración.