Un elemento común e imprescindible en las ofrendas o altares que se montan en ocasión del Día de Muertos es el uso de veladoras o velas, pero hay que tener claro por qué se colocan y cuál es su función.
Las velas o veladoras, al igual que el resto de los elementos que se colocan en un altar u ofrenda, tienen una función, por lo que su incorporación no es caprichosa. Podría decirse que el uso de una llama en las ofrendas a los muertos proviene de tiempos prehispánicos.
Los pueblos originarios utilizaban rajas de ocote, pero en la actualidad se usan los cirios en sus diferentes formas: velas, veladoras o ceras. En esencia, la flama significa la luz, la fe y la esperanza. Su función es guiar a las ánimas para que puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada.
Es común que en el altar se coloque una vela por cada difunto, ya que en ocasiones en una casa se recuerda a más de una persona fallecida. Por otra parte, se considera que, si los cirios o los candeleros son morados, representan duelo; si se ponen cuatro de estos en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, para que el ánima pueda orientarse y encontrar su camino y su casa.
Otros elementos de la ofrenda también son indispensables, además de la costumbre de dar la bienvenida a los espíritus que nos visitan y posteriormente despedirlos.
El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses y se utiliza como símbolo de veneración y respeto; además, se usa para limpiar el lugar de los malos espíritus y permitir que el alma que nos visita pueda entrar a su casa sin ningún peligro.