El cultivo del nopal está intrínsecamente ligado a la producción de tunas, entre las cuales el xoconostle se destaca como una variedad peculiar con características y sabor únicos.
En entidades como el Estado de México e Hidalgo, el xoconostle se utiliza en lugar del tomate verde para preparar salsas martajadas, aportando un sabor especial. Además, debido a sus propiedades curativas, ha formado parte del repertorio de la medicina tradicional desde la época prehispánica.
El xoconostle es un fruto endémico de México. Su nombre proviene del náhuatl “xococ”, que significa “agrio”, y “nochtli”, que se traduce como “tuna”. A diferencia de la tuna, el xoconostle tiene un sabor agrio y su pulpa es rica en nutrientes. También se le conoce como “duraznillo” en diversas regiones de México.
Cuando está recién cortado, el xoconostle tiene un color verde pálido, y a medida que madura, se torna rosado o morado. Existen distintas variedades que se diferencian por sus tonos y sabores: blancos, rojos, verdes, amarillos, rosados-morados y anaranjados.
Actualmente, algunos productores comercializan productos derivados del xoconostle, como licores, mermeladas, botanas, conservas, salsas, miel y jabones.
Propiedades curativas del xoconostle
Se considera que el xoconostle es una excelente opción para las personas con diabetes, ya que tiene un bajo contenido de grasas y azúcares, ayuda a reducir los niveles de azúcar en la sangre y fortalece el sistema inmunológico.
El Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) afirma que el contenido de compuestos nutricionales y farmacéuticos del xoconostle, junto con su cáscara, proporciona una gran cantidad de antioxidantes.
Por otro lado, un estudio de la Universidad de Guadalajara (UDG) señala que “el consumo habitual de la cáscara del fruto de xoconostle puede ser útil en el control de la glucosa sérica en individuos con diabetes tipo 2. En personas sanas, puede ayudar a prevenir estados de hiperglucemia y alteraciones en la concentración de colesterol y triglicéridos, que pueden relacionarse con síndrome metabólico”.
