El Pico de Orizaba está en la ruta de todo alpinista o montañista que se precie de serlo. Por algo ocupa el séptimo lugar de importancia por su altura a nivel mundial, con una altitud de 5 mil 636 metros sobre el nivel del mar.
El primer ascenso registrado al Pico de Orizaba se remonta a 1848, según se cree, siendo atribuido al alpinista francés Alejandro Doignon.
Sin embargo, también se afirma que Doignon no lo consiguió sino hasta 1951, cuando al llegar a la cumbre encontró una bandera estadounidense con la fecha de 1848, año en el que la expedición de Estados Unidos, liderada por el teniente William F. Raynolds y conformada por ocho oficiales del ejército, dos de la marina, 36 soldados y cuatro guías locales, habría logrado la hazaña. Por lo tanto, existen ambas fechas en los registros históricos.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, el Pico de Orizaba fue explorado por numerosos científicos y estudiosos, entre ellos el alemán Hugo Fink, quien realizó una descripción de su viaje y suministró datos acerca de la flora principalmente, así como la descripción de los bosques que preceden a las nieves.
En 1873, Martin Tritschler, un fabricante y comerciante de relojes, llegó a la cumbre y fue el primero en enarbolar la bandera mexicana en la cima del coloso.
El Club de Exploraciones de México, el más antiguo del país fundado en 1922, realizó más de 100 salidas entre 1922 y 1924 a las montañas y cerros del país, años en los que ascendieron al Pico de Orizaba.
En lo que respecta a la época prehispánica, en octubre de 2017, el arqueólogo Arturo Montero, junto con su equipo, descubrió un adoratorio con más de mil años de antigüedad y a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar, denominado Poyauhtlán.
Este adoratorio estaría relacionado con otros denominados tetzacualcos ubicados por encima de los 4 mil metros sobre el nivel del mar en el Iztaccíhuatl, Popocatépetl y en el Monte Tláloc.
Esto permite apreciar que las civilizaciones de la era prehispánica fueron los primeros exploradores del Pico de Orizaba, al incursionar en sus laderas, fundamentalmente, para rendir tributo a sus dioses.
En el área se han localizado yacimientos de cerámica de tipo doméstico y ritual, así como la lítica y la obsidiana, un vidrio volcánico intensamente utilizado por las culturas indígenas prehispánicas que habitaron la región.
Por ello, los habitantes del México prehispánico fueron los primeros en observar el extenso y cautivador horizonte desde el punto más alto del país.
Además, hay que considerar que durante el siglo XVII el volcán registró erupciones que pudieron sepultar todo rastro de la presencia de los integrantes de los pueblos prehispánicos en el área.