Los laberintos vegetales comenzaron a escribir su historia en el mundo en el siglo XV con la construcción de estos espacios en palacios ingleses y franceses.
Evocaban a los laberintos que ya existían desde antes de Cristo y que en un inicio no fueron lúdicos, sino con otros fines arquitectónicos, incluso los carcelarios.
En México existen al menos tres laberintos vegetales, uno en el Pico del Águila en el Ajusco, otro en Jardines de México en Morelos y uno más en Santa Rita Tlahuapan, Puebla.
Éste último ubicado a casi una hora de la ciudad de Puebla y en los límites con el Estado de México, se considera el más grande del país.
Se trata del laberinto de cedros del Parque Alpinia donde se hace un recorrido de 3 kilómetros en 6 mil metros cuadrados.
De acuerdo con sus creadores, implicó un proceso de diseño, la asesoría de un topógrafo para saber dónde y cómo debían sembrar 16 mil cedros y cinco años de espera para que crecieran.
Está conformado por 2 mil 870 pasillos, puentes, trampas y kioscos que permiten tener una altura elevada y mejorar la estrategia.
Según las experiencias de los visitantes puede recorrerse en un tiempo mínimo que va de los 25 minutos a uno máximo de 2 horas.
Los secretos para recorrerlo en tiempo récord, señalan, tienen que ver con la destreza mental y el trabajo en equipo si es que se realiza en grupo.
El Parque Alpinia se ubica a los pies del volcán Iztaccíhuatl y ofrece además del laberinto una versión del atractivo para los niños, una granja senderismo, canchas, puentes tirolesas y otros más.
Abre los sábados y los domingos de 9:00 a 18:00 horas, tiene un costo para niños de 150 pesos y para adultos de 180.
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Para llegar hay que tomar la autopista México-Puebla y pasando Río Frío -saliendo de Puebla a Ciudad de México - está la desviación hacia Alpinia, justo en los límites con el Estado de México.